domingo, 6 de abril de 2014
Marsella, puerta de culturas del sur de Francia
ENRIQUE CÓRDOBA.-
ESPECIAL/EL NUEVO HERALD.-
El viajero que llega a Marsella, la segunda ciudad más poblada de Francia y meca del turismo internacional, no puede dejar de abordar un barquito en el Vieux-Port y visitar la isla de If.
Se trata de una isla de tres hectáreas que está en la bahía, a tres kilómetros y medio del puerto. Allí hizo escala en 1516 un buque portugués que transportaba desde Lisboa hasta Roma al famoso rinoceronte indio que el rey Manuel I de Portugal ofreció al papa León X. Rinocerontes y elefantes eran tan extraños en Europa que Francisco I de Francia visitó este lugar con su corte para poder verlo.
Basado en este hecho el Premio Nobel de Literatura portugués José Saramago publicó en el 2009 la novela El viaje del elefante.
Más tarde y para proteger a Marsella de los asedios enemigos, el rey ordenó construir una fortaleza que fue edificada en el año 1527 aprovechando piedras de iglesias y conventos en ruinas. Más tarde, el Catillo de If se convirtió en prisión y allí estuvieron encerrados el Conde de Mirabeau, políticos de todas las tendencias y el capitán Chataud, acusado de traer la peste a Marsella en 1720.
Alejandro Dumas se inspiró en el monje indoportugués José Custodio Faria, pionero del hipnotismo científico, para su novela clásica de 1840, El Conde de Montecristo, y en sus páginas sitúa al Abate Faria encarcelado en esta estratégica isla.
A poca distancia, al oeste de If, está Pomegués, una isla de 100 habitantes en el archipiélago Frioul, que en verano alberga 3,000 visitantes que la invaden para disfrutar del sol, la brisa y el paisaje mediterráneo.
“Estoy aquí porque mi papá, que era español de Canarias, hizo la guerra con los republicanos y la perdió”, dijo Juan Montes, en la puerta de su casa en Frioul. Tenía derecho a nacionalizarse, pero conservó su ciudadanía española en su casa al lado de Marsella. “Ahí viví yo hasta que vine a Frioul. Vivo tranquilo con gente como yo; soy francés con sangre española”.
Mi viaje de Miami a Marsella en la aerolínea Air France, con escala en París, me acercó a la herencia romana, las suaves colinas de viñedos, gastronomía, puertos, la vida silvestre de la Camarga y los paisajes que cautivaron a Cézanne, Van Gogh y Chagal, en Arles, Aix-en-Provence y Marsella.
MARSELLA EPICENTRO CULTURAL
La historia de Marsella se inicia con la llegada de marineros griegos en el año 600 a.C. Desde entonces el puerto ha sido un imán para los inmigrantes. Mosaico vivo de diversas culturas que se expresan en las calles, barrios, restaurantes, mercados y el comercio. Un tercio de la población es de origen italiano, además hay importantes comunidades de corsos, españoles, rusos, armenios, árabes del Magreb, turcos, comoranos, chinos y vietnamitas.
Para conocer el rico pasado de Marsella póngase zapatos cómodos, ubíquese en el viejo puerto y diríjase a Le Panier, por la subida Des Accoules. En ese barrio en lo alto del puerto vivieron pescadores, armadores y los inmigrantes. Tiene el aspecto de un museo medieval al aire libre de plazas y callecitas, y alberga a trabajadores de clase media. En sus empinadas calles se pueden visitar iglesias, chocolaterías, jabonerías, vinerías, bares, cafeterías, talleres de artistas y restaurantes como el popular Chez Etienne. “Pizzaría”, dice a la entrada, el letrero en el 43 rue Lorette.
El plato típico de Marsella es la boullabaisse, “una sopa de varios tipos de pescados, tomates, vino blanco, hinojo y azafrán”, explicó el chef Christian Buffa, quien la preparó en su restaurante Miramar. El Grand Hotel Beauvau, en el viejo puerto, donde pude divisar la Catedral de Notre Dame de la Garde y la bahía desde una ventana de mi cuarto, tuvo como huéspedes a figuras como: George Sand, Chopin, Lamartine, Merimeé y Paganini.
Marsella fue capital europea de la cultura en el 2013, y para el 2014 es el gran destino turístico del Mediterráneo.
LA PROVENZA PARA VACACIONES
Aix-en-Provence seduce al turista por su elegancia, cocina refinada, fuentes, museos, hermosas mansiones aristocráticas con puertas esculpidas y numerosas actividades culturales.
El paseo Mirabeau es la avenida que conecta la ciudad vieja con el distrito moderno. “Esta avenida es de 1646 y era la vía de las carrozas”, explicó Marie-Chantal Moreau, nuestra guía. “La moda era tener una casa aquí”. En una esquina se ve la primera casa construida por la nobleza y dos cuadras atrás el liceo donde iniciaron su amistad desde la niñez el pintor Paul Cezzane y el escritor Emile Zola.
Sobre la avenida, oficinas, tiendas elegantes y cafés. En una terraza se lee: 1792 Les Deux Garcons, este era el café que frecuentaba Paul Cézanne en el siglo XIX y Picasso en el XX.
Cézanne, nacido aquí en 1839 es icono de la ciudad. Con un mapa y siguiendo las señas en el piso de la calle es posible seguir su rastro y visitar los sitios donde estuvo el padre de la pintura moderna.
En Aix-en-Provence, ciudad universitaria de 70,000 estudiantes, se respira un ambiente de juventud. Acudir a un día de mercado es un deleite de olores y colores: frutas, quesos, verduras, pescados, flores, dulces, es algo maravillosos. Salir a buscar restaurantes, en la noche, es un encuentro con turistas, gente local y la alegría de la juventud. Tanto en el centro de Aix como en el campo, los hoteles ofrecen un estilo de vida provenzal que muestra su inigualable encanto.
ARLES, JOYA HISTÓRICA
Arles es un enclave artístico, emporio griego, ciudad romana, foco del cristianismo, próspero centro agrícola, puerto fluvial sobre el Ródano y cruce de caminos.
La Plaza de la República con la iglesia de Saint Trophime y el Ayuntamiento son el centro vital. El Anfiteatro, las Termas, el Foro y el Circo,son atractivos de la ciudad. Van Gogh pintó más 300 cuadros en Arlés.
Viaje a la Provenza. Esta es una maravillosa región de Francia.•
enriquecordobar@gmail.com
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lunes, 24 de marzo de 2014
Pueblos de la sabana de Bogotá
ENRIQUE CÓRDOBA.-
ESPECIAL/EL NUEVO HERALD.-
Un turista que quiera salir de Bogotá para visitar sus alrededores tiene la opción de descubrir en un fin de semana, una veintena de pueblos de la llamada sabana, ubicados al pie de la cordillera Oriental de los Andes, cuya temperatura promedio es de 15 grados centígrados. A diferencia del vértigo de Bogotá, estos son pequeños pueblos pintorescos donde a una o dos horas de la ciudad se respira tranquilidad y se refugian los habitantes de la capital para cambiar de ritmo de vida.
Conectados por autopistas y buenas carreteras son pueblos de gente amable y laboriosa que parecen detenidos en el siglo XIX. Ofrecen restaurantes de cocina típica, grupos de música de cuerdas, haciendas con ganaderías de leche y caballos percherones, casonas coloniales, tiendas de artesanías y un bello paisaje de humedales, bosques de eucaliptos y naturaleza verde.
El turista tiene tres opciones: puede ir en taxi, ya que en Bogotá el servicio de taxis no es costoso, (se recomienda contratar las empresas de taxis de los hoteles); alquilar un automóvil y viajar por su cuenta, o visitar la sabana a bordo de un tren clásico con locomotoras a vapor.
El tour más usual y práctico consiste en salir en auto por la autopista de Bogotá vía Chía, Cajicá, Zipaquirá y Nemocón. Al regreso conviene tomar la autopista central del norte, pasar por Sopó y luego de degustar los manjares de Alpina retornar por La Calera a Bogotá.
El tren sale de la Estación de la Sabana, (Kra 13 # 18-24) y sigue 15 kilómetros a Usaquén, (donde también puede abordarlo Transversal 10 # 110-08). Continúa a La Caro, kilómetro 34, (allí se puede desviar hasta el parque Jaime Duque en Briceño) o seguir a Cajicá kilómetro 40, y finalmente llega al kilómetro 53 en Zipaquirá, donde está la famosa Catredral de Sal.
Un paseo por las calles, bares y atractivos turísticos de cualquiera de los pueblos de la sabana tiene un componente gastronómico para degustar los platos de comida criolla.
El Restaurante Sanalejo de Cajicá ofrece para desayunar: calentao de frijoles o de lentejas, un delicioso bistec a caballo o el tradicional desayuno con café o chocolate, queso campesino, panecillos, huevos al gusto y arepa.
Arepa’s Wolrd es uno de los puestos de comida más visitados en la plazoleta de comidas de la catedral de sal de Zipaquirá. “Son arepas de maíz rellenas de carne, camarón, pollo o chorizo”, dice su propietario, el periodista Tulio Pizarro, editor de Passport Magazine. “El menú ofrece trucha al ajillo y carne a la plancha acompañada de papa”.
Otras personalidades del mundo artístico como el cantante Andrés Cepeda y el humorista “Don Jediondo” incurcionan con restaurantes en la sabana. “Buscamos relax y billete”, asegura
Pizarro.
Otro de los encantos de la sabana es Guatavita, que alberga la laguna sagrada donde sucedió la leyenda del oro de El Dorado que atrajo a los españoles a estas tierras hace 400 años.•
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sábado, 22 de febrero de 2014
Roatán, joya turística de Honduras
ENRIQUE CÓRDOBA.-
ESPECIAL/EL NUEVO HERALD.-
Roatán es una acogedora isla del Caribe que cautiva al visitante desde el mismo instante de llegada.
Hay razones: sol, ambiente de vida marina, gente acogedora, deliciosa cocina y naturaleza verde y azul por todas partes. 60 kilómetros de largo por 8 en su mayor anchura, rodeada por la segunda mayor barrera de arrecifes coralinos del mundo, después de Australia. 125 kilómetros de playas de arena blanquísima con aguas cristalinas, como una piscina natural. Ideal para ponerse la máscara y las aletas y salir a nadar o bucear para ver un imponente paraíso de corales.
Toda la isla se puede recorrer y atravesar de un lado a otro por carreteras, el ochenta por ciento es de topografía montañosa. Se ven mansiones de millonarios en los cerros y la costa, para observar los románticos atardeces.
La semana pasada abordé uno de los tres vuelos semanales directos Miami-Roatán, de la aerolínea American Airlines y en dos horas estaba en el aeropuerto internacional de la isla. El bilinguismo de la población es la primera condición que los favorece para atraer turismo.
“Eramos colonia de Inglaterra y ahora somos de Honduras, por eso hablamos inglés y español”, dijo Ana Reyes Molina, directora de mercadeo de Las Verandas Hotel & Villas, ubicado en Pristine Bay, en French Bay, un conjunto espectacular de confortables casas y habitaciones con piscinas, campo de golf y playas privadas.
Colón llegó en 1502 a Guanaja, isla vecina de Roatán y las encontró densamente pobladas por los indios Payas. Las islas fueron dominadas en diferentes periodos por ingleses, holandeses y españoles. Inglaterra después de dos cientos años, finalmente cedió el control de las islas a Honduras. “Fue un intercambio por Bélice”, supone Johnny Cooper, motorista de una lancha de Mango Creek Lodge, un resort de eco aventura que nos trasladó a Pigeon Key.
“El archipiélago esta formado por Utila, Roatán y Guanaja”, señaló Emsly Hyde, transportador de turistas. “Las pequeñas son Barbareta, Morat y Santa Elena, además hay 60 cayos ubicados a 10 millas de la costa de Honduras ”.
A partir de 1960, a raíz de la llegada de algunas estrellas de Hollywood se inició una corriente de turistas, inmigrantes y mochileros.
Hoy es un destino paradisíaco, seguro y tranquilo alejado de las noticias del continente. Roatán es la cara amable de Honduras, de hecho muchos trabajadores dejaron las ciudades peligrosas para radicarse aquí.
“Hay muchos extranjeros que han escogido la isla para vivir y otros para hacer inversiones en hotelería, fabricas de ron, cigarros, granjas de verduras, almacenes, servicios de energía y bienes raíces que han aprovechado las ventajas tributarias del gobierno”, explicó David Molina, ejecutivo de un negocio de diamantes.
Mahogany Bay y Port Roatán reciben diariamente cuatro barcos de cruceros y las mejores playas están en West Bay y West End.
Roatán se presta para todo: ir de excursión en Buggys por trochas o playas, conocer la cultura garifuna en Punta Gorda, degustar king crab en Gio’s, pasear de a caballo o salir de pesca. Roatán, un lugar para regresar.•
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lunes, 17 de febrero de 2014
El Universo de Gustavo
Prólogo al libro de Ricardo Tribín.-
POR ENRIQUE CORDOBA.-
EL UNIVERSO DE GUSTAVO.-
Don Abundio y Eulalia, los padres de la criatura que acababa de nacer en medio de un mar de expectativas, en un villorrio de la provincia andina, nunca se imaginaron el tamaño de los saltos que la suerte depararía en la vida de Gustavo, su hijo, primogénito y único para redondear la historia.
“Sortilegio de pasiones, es un viaje cargado de emociones de una vida azarosa que es al mismo tiempo la historia de muchísimos hombres.
Indagar sobre la mente humana ha sido a lo largo de la historia, una curiosidad para el intelectual o el hombre de la calle.
Todos formúlan preguntas y ensayan respuestas, y lo hacen a través de la ciencia, la sicología, la filosofía, la literatura y otras disciplinas.
El glosario de inquietudes es indefinido.
Aman con más loca pasión las mujeres que los hombres? Es más fulminante y perverso el odio y el ánimo de venganza de una mujer que el de un hombre?.
Cuál de los dos perdona más fácil?.
Nos dominan por igual las pasiones —amor, odio, deseo, alegría, tristeza—, a hombres y mujeres?.
Cómo lograr que las buenas pasiones predominen en nuestra vida?. Y, qué mecanismos sicológicos se activan cuando las pasiones malignas gobiernan nuestros actos?
Mi admirado amigo, el ingeniero y autor motivacional pereirano, Ricardo Tribín Acosta, autor de “Y cómo empiezo el cambio”, “Pierrot y Dumbolier, alternativas para vivir mejor”, “Cuando Donato perdió a su gato”, “Como salir adelante a pesar de las dificultades” y Caperucita Morada y el ego feroz”, no se ha resistido a estos placeres del pensamiento y en estas páginas nos invita a internarnos y subir en ese tobogán de sorpresas de la sicología humana, en su novela “Sortilegio de pasiones”.
Una libro en clave de ficción donde el escritor colombiano residente en Miami, despliega su capacidad para mostrarnos a un personaje con el perfíl que desde el inicio queda marcado por los presagios de éxito y travesuras sexuales, hechos por una pitonisa. Es un muchacho entrador a quien vemos relacionarse con familiares, amigos y mujeres, en un pueblo del eje cafetero. Ese protagonista vive el despertar erótico de todo joven, sueña, toma trago, acude a burdeles, contrae peligrosas enfermedades venéreas, sucumbe al alcoholismo, enfrenta los desafios laborales, va a la universidad, cae en errores y en medio de ese trasegar de emociones, pierde el control de su vida, a causa de un remolino de pasiones. Más tarde se somete a terapias, se recupera de los vicios de las drogas, perdona y transforma su vida espiritual.
Llevados de la mano de Gustavo, el protagonista de la obra, Ricardo Tribín Acosta nos hace partícipes de la parabola vital de un ser que aparece con una existencia plácida y feliz.
Conviene destacar al personaje que vive en una cotidianidad ordinaria como todos sus vecinos al quedar expuesto, en un abrir y cerrar de ojos, a la acción centrífuga de las pasiones mal dirigidas que lo arrastran a vivir un verdadero infierno.
“Si todo esto lo hubiese sabido y asimilado Gustavo desde mucho tiempo atrás a cuando le tocase afrontar situaciones difíciles, a lo mejor le hubiese ahorrado más de un dolor de cabeza”, reflexiona el autor.
Cómo sale Gustavo —el personaje de la obra— de ese torbellino destructor?. Acude al salvavidas de las pasiones y desencadena una lucha en el sentido correcto para conseguir su propósito.
El autor nos lleva a verificar que las pasiones, como impulsos de la sensibilidad no son intrinsecamente, ni buenas ni malas.
Las pasiones son el gran combustible para mover las grandes acciones del ser humano.
Una vida sin pasiones es una vida apagada. Pero cuando las pasiones se orientan al servicio de la humanidad, pueden llegar a ser tan monumentales como el caso de la Madre Teresa de Calcúta. En caso opuesto, al utilizarse para fines malvados y egoístas llegan a crear monstruos como Hitler. Estos dos contrastes muestran hasta donde pueden llegar las pasiones extremas, por el bien o por el mal.
Son situaciones que nos ilustran sobre la magnitud de la pasión descomunal que derrochó la madre Teresa para desarrollar su sueño y la que requirió el personaje alemán de la Segunda Guerra Mundial, como máquina de terror. No hay duda que la pasión es absolutamente necesaria para alcanzar metas en la vida.
Sabemos que la pasión es el combustible que mueve el corazón de hombres y mujeres.
La paradoja de Gustavo recrea un juego de las pasiones y el cumplimiento de la sentencia según la cual “el hombre que se levanta es más grande que aquel que nunca ha caido”
“Sortilegio de pasiones” es una novela escrita con la maestría de un narrador como Ricardo Tribín Acosta, que conoce las veleidades del hombre.
El lector tiene en sus manos una novela que puede leerse de un tirón como la historia que le ocurrió a Gustavo, donde no hay economía de pensamientos y refranes, dichos, humor y costumbres del acontecer colombiano.
EC
Miami, Febrero 17, 2014.
sábado, 15 de febrero de 2014
Provenza, sur de Francia en ocho días
ENRIQUE CORDOBA.- | DICIEMBRE 11 DE 2013.-
En la película de hadas "La bella y la bestia" de Disney, la Bella vive en Provenza. Esa región del Mediterráneo fue mi destino por una semana: Aix en Provence, Arlés y Marsella. Desde que llegué y empecé a recorrerlo me enamoré del sur de Francia. Todo tiene una sutileza y un lugar en la historia que parece de película, por eso pienso que no es lo mismo ver fotos o imaginarlo. Lo mejor es venir aquí para vibrar con las sensaciones en vivo del aire, los colores, los mercados, el arte, la gente y el paisaje de Provenza. Salí de Miami a Marsella con escala en Paris en un vuelo de Air France.
Las primeras dos noches las pasé en el hotel Saint-Cristophe en la Avenida Victor Hugo, junto a Cours Mirabeau, el bulevard principal de la ciudad. Caminar por sus amplias aceras es un deleite bajo frondosos y altos plataneros, unos árboles que dan sombra y colorido. “Esta avenida fue creada en 1646 y era la vía de las carrozas” dijo la guía. “La moda era tener una casa aquí”. En una esquina se conserva la primera casa construida por la nobleza y dos cuadras atrás una placa en la puerta del liceo donde iniciaron su amistad desde la niñez, el pintor Paul Cezzane y el escritor Emil Zola.
Sobre la avenida oficinas, tiendas elegantes y cafés. En la terraza se lee: 1792 Les Deux Garcons, era el café que frecuentaba Cezzane en el siglo XIX y Picasso en el XX.
Para descubrir Aix en Provence lo mejor es meterse por sus callecitas y andar. Cada esquina, edificio o cualquiera de sus cuarenta fuentes tienen su historia. Paúl Cezzane, nacido aquí en 1839 es icono de la ciudad. Con un mapa y siguiendo las señas en el piso es posible seguir su rastro y visitar los sitios donde estuvo el padre de la pintura moderna.
Por ser una ciudad universitaria en Aix se respira un ambiente de juventud por el desfile de una población de setenta mil estudiantes. Los vinos, el mercado de frutas, pescados, flores, dulces son maravillosos. El ejercicio de salir con ánimo de curiosidad a buscar un restaurante es una experiencia agradable. Una mirada a los museos y palacetes ayuda a redondear la visión y el papel de Aix en la historia de Francia.
68 kilómetros separan Aix de Arlés, colonia griega y epicentro del imperio romano. De esa época datan muchos monumentos, los mejor conservados de Francia, como el Anfiteatro, las Termas de Constantino, el Foro y el Circo. No es sino poner pié en suelo arlesiano para sentir la presencia de Vicent Van Gogh. La ciudad gira alrededor de su espíritu y los trazos de sus cuadros. El pintor holandés se mudó para Arlés en febrero de 1888 y vivió allí hasta mayo de 1889, atraído por su buen clima y por la luz de la Provenza.
Plasmó sus colores en los trigales, los narcisos, el río Ródano, los canales, el mar, sus gentes y los atardeceres. Son las réplicas en litografías, postales y copias en tazas y objetos varios, de estas obras las que inundan los portales de las tiendas de souvenirs, almacenes y agencias de turismo.
“No se puede hablar de Arles, sin hacer referencia a la vida y obra de Van Gogh en este lugar”, expresó la guía. No hay duda, vasta pasear por la ciudad.
“Vamos a La Camarga para que conozcas su importancia”, me indicó Francine Riou, de la Oficina de Turismo. Es un inmenso delta del Ródano donde el hombre vive con caballos de raza, y hay lagunas, fincas y ganaderías.
El tercer destino fue Marsella, la capital cultural de Europa 2013, y la ciudad más importante para el turismo francés en el Mediterráneo. Alberga gran cantidad de edificios históricos y ofrece restaurantes excelentes y excursiones para chicos y adultos.
Tiene luz y la alegría de la riqueza cultural de sus gentes. Me alojé en el histórico hotel Beauvau, en el viejo puerto, en cuya lista de clientes figuran: Geroge Sand, Chopin, Lamartine, Merimée y Paganini.
Desde la ventana la silueta de la Basilica de Notre Dame de la Garde y la entrada y salida de lanchas rumbo a If, la isla con el castillo inmortalizado por Alejandro Dumas en El Conde de Montecristo.
“Este es el plato más solicitado” comentó el chef Christian Buffa, mientras preparaba en su restaurante Miramar, la bouillabaisse, famosa sopa de pescado originaria del puerto.
Marsella, es capital de La Provenza un destino para visitar en cualquier época del año.
domingo, 26 de enero de 2014
Vuelta a los Valles Calchaquies
ENRIQUE CÓRDOBA.-
ESPECIAL/EL NUEVO HERALD.-
A la una de la tarde de ese día de octubre pasado, al llegar a la cima de la cordillera, nos detuvimos en “El Infiernillo”, uno de los más altos pasos de la montaña tucumana, ubicado a 3,042 metros sobre el nivel del mar.
Allí el azul del cielo es intenso y sin nubes y la fuerza del viento embestía como un animal. En lo alto de un mástil ondea una bandera argentina desgastada por el paso del tiempo. Al lado la única vivienda donde los Zabaleta, una familia de pastores resiste las inclemencias de las bajas temperaturas y la soledad, criando llamas y ovejas.
“Este es un refugio de varias especies de animales en peligro de extinción como el gato andino y la taruca”, dijo Hugo Olgiati, el guía que nos acompañó desde San Miguel de Tucumán, la capital provincial.
Atrás quedó el valle de Tafí y a pocos kilómetros los valles Calchaquies con un espectacular paisaje de cardones. Los cardones son miles y miles de gigantescos e imponentes cactus de 5 y 6 metros de altura, a ambos lados de la ruta, una exótica naturaleza nunca vista.
Media hora después un aviso: Amaicha del Valle 360 días de sol, la ciudad con el mejor clima del mundo.
“Desde el 2003 esta zona entró como destino turístico del noroeste argentino, facilitando visitas a las ruinas de Quilmes, Colalao y Cafayate, en la provincia de Salta, por la ruta 40”, expreso un tucumano de Amaicha.
La Ruta 40 es la carretera nacional por excelencia.
“Tiene 5,000 kilómetros, saliendo de Río Grande hasta Quiaca, en Jujuy, y cruza el país de sur a norte”, dice Olgiati. “Es un placer enorme recorrerla”, agrega. “No me canso de hacer esta ruta tan única para los argentinos”.
En las ruinas de Quilmes, ciudad sagrada de los pueblos primarios, a 2,000 metros sobre el nivel del mar, está el museo con la memoria arqueológica de aquella cultura. Al fondo el cerro denominado Alto Rey y al pie restos de la infraestructura urbanística de las viviendas de los indios Quilmes.
“Vino patero”, dice el aviso en la puerta de la tienda a orilla de la vía. “Es el vino elaborado artesanalmente para consumo casero”, señala Daniel Carrazano, promotor de turismo.
En Las Arcas de Tolombón, kilómetro 4.013 de la ruta 40, visitamos las bodegas integradas al paisaje calchaquí, construidas en ladrillos estampados a mano por artesanos y degustamos deliciosos vinos Siete vacas, malbec, torrontés, tannat y cabernet sauvignon.
De regreso visitamos Tafí del Valle donde sus menhires, (especie de monolitos enormes), son unos de los atractivos de la ciudad. En febrero organizan el Festival del queso y en Semana Santa llegan muchos visitantes para ver la representación de la Pasión de Cristo.
Un lugar para dormir es la Estancia Jesuítica Las Carreras que data de 1779, donde Inés Frías Silva, organiza excursiones a caballo y sirve exquisitos platos de locro, humitas, chanfaina y dulce de leche.•
enriquecordobaR@gmail.com
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sábado, 4 de enero de 2014
Sierra Nevada es el Machu Pichu colombiano
ENRIQUE CÓRDOBA.-
ESPECIAL/EL NUEVO HERALD.-
Aty Janey Mestre es una amerindia que nació en Jewrwa y creció con las tribus arhuacas, a las que pertenece, en la Sierra Nevada de Santa Marta, en el norte de Colombia. Un hermoso y exuberante macizo de 5,558 metros, catalogado como la montaña más elevada del mundo, a la orilla del Mar Caribe.
Los Koguis o Kággabba, son un pueblo amerindio que habita la vertiente norte de esta sierra en los valles de los ríos Don Diego, Palomino, San Miguel y Ancho. Son unas 10,000 personas que hablan su propia lengua y están organizados por poblados. En el Parque Arqueológico de la Ciudad Perdida están las ruinas del imperio Tayrona, en una espectacular arquitectura en piedra de terrazas escalonadas. Llegar a ese Machu Picchu colombiano requiere de cinco días y es la excursión con la que sueña todo mochilero. El recorrido se hace desde Santa Marta, por el Departamento del Magdalena.
Desde la cara que da a la Guajira se divisa Ranchería y Dibuya, y allí están los asentamientos de wiwas.
En el Valle del Upar, departamento del Cesar, hasta los picos nevados y Nabusimaque, habitan los kankuama y los arhuacos.
“Arhuacos es un apodo que nos pudieron los españoles”, explica Aty Janey. “Quiere decir guardadores de guacas”. “Realmente somos iku”, precisa “gente de la montaña”.
La Sierra Nevada tiene una biodiversidad, fauna, flora y paisajes maravillosos.
Aty Janey pasó su infancia por los caminos de Jewrwa y Nabusimake, tierra donde nace el sol. De su madre aprendió técnicas de tejido y las guías de vida las recibió de Bunchanawi, el Mamo mayor, su abuelo, de 83 años. Se graduó de Administradora de Empresas en la Universidad Nacional.
En Bogotá conoció al escritor Hugo Jamioy, de la tribu Camepsa, de Sibundoy, Putumayo, sur de Colombia, frontera con Ecuador. De la unión nacieron Gunney, Tima, Yuina y Tanny. “¿Y nosotros qué somos?”, preguntan los niños. “Kamtukwa”, responde ella.
Sus mochilas se caracterizan por la simbología de los diseños y el colorido.
“Ese es el colorido de la tierra,” asegura. “La lluvia, el paisaje y los estados de ánimo”.
El primer pueblo desde Valledupar es Pueblo Bello, a dos horas. Más adelante está Nabusimake, a 1,800 metros de altitud, epicentro sagrado de la cultura arhuaca, a orillas de un río de piedras lisas.
En el camino hay cerros y ríos, cultivos de café, maíz y verduras y se respira aire puro y se siente la energía y la tranquilidad.
Los cuatro pueblos indígenas representan una población de 40,000 personas.
“Para nosotros la sierra es el corazón del mundo”, comenta Aty Janey enfundada en su traje blanco típico de su etnia.
La Sierra Nevada desciende formando un litoral de 50 kilómetros de hermosas playas en bahías y ensenadas de ensueño.
En Valledupar se celebra el Festival vallenato a fines de abril, y es una fiesta de acordeones en la que se pueden ver arhuacos por las calles de la ciudad.
“La letra de las canciones son las vivencias personales del autor”, señala Adela Becerra Daza, de la Alianza turística vallenata. Los instrumentos del conjunto vallenato representan las tres culturas: la española (acordeón), la africana (la caja) y la indígena (la guacharaca).•
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