sábado, 28 de febrero de 2009

ENRIQUE CORDOBA: El terminator

ENRIQUE CORDOBA: El terminator
By ENRIQUE CORDOBA
El pasado miércoles a las ocho de la mañana entró a mi apartamento un hombre con un tanque de pesticida en el hombro y una manguera en la mano. Me saludó y sin preguntárselo me confesó que su esposa y él trabajan fuertemente como animales, desde que llegaron de Cuba.
--Estábamos confiados en pasar una vejez tranquila y segura con el ahorro del plan de retiro --dijo--. Según el papel que nos llegó sólo contamos con veintiún mil dólares --declaró devastado el señor.
El ha venido religiosamente todos los meses a mi edificio con una sonrisa y su buen ánimo caribeño. Su misión consiste en exterminar las cucarachas y otros insectos que se resisten a emigrar de estas tierras.
Ellos reafirman su derecho de posesión y sostienen que un siglo atrás estas tierras eran frondosos y verdes pantanos donde los pájaros cantaban sin que les molestaran y las hormigas residían en armonía con los cocoteros hasta que llegaron los invasores civilizados a destruirles su hábitat.
El caso del fumigador, a quien suelo decirle el terminator cubano, me ha dejado pensando porque esta es la tercera vez que viene a matar los insectos de mi cocina y los baños y me repite el mismo relato de su tragedia. Creo que tan grave como el hecho de que se haya quedado sin los recursos para su vejez es el estado sicológico en el que anda.
Perder la seguridad en el futuro a manos de operaciones fraudulentas ante los ojos del gobierno sin que haya castigo para los responsables deja una sensación amarga, de derrota e impotencia.
Para enfrentar el descalabro también hay que estar preparado. Hay gentes que pierden sus cabales fácilmente y no logran superar situaciones que rompen con sus esquemas de vida. Existen otros que se adaptan, se ajustan el cinturón y empiezan a vivir de acuerdo con la higiene de su bolsillo.
El mundo ya no es de la gente de bien, sino de los astutos y los bandidos. Alguien pensará que eso no es nada nuevo, siempre lo ha sido. También es de los avivatos bien entroncados con el poder, quienes pasan olímpicamente por las rendijas de los códigos.
Sin embargo, los tiempos difíciles dan cabida a conductas donde florece gente con ética y héroes anónimos dispuestos a anteponer los valores morales al afán de atesorar dinero a como dé lugar.
Lo primero que debemos aceptar es que el mundo cambió, ya no es el mismo de ayer. Tenemos que replantear nuestro estilo de vida, las costumbres y los gastos. La crisis tiene su lado positivo. Genera nuevas oportunidades de negocios, de convivencia, de ocio creador, y de percatarnos de que el ritmo consumista nos había alejado de cosas maravillosas que tenemos a nuestro alrededor: los atardeceres, la tertulia, la lectura, la buena música, cocinar entre amigos.
Cada siglo trae su cataclismo y a pesar de escuchar y leer historias del crash del 29 nos creíamos blindados. Los economistas han quedado mal librados por desconocer en sus predicciones lo que se venía. La moral de los banqueros que nunca pierden ha quedado al desnudo. Está confirmada su gran responsabilidad en complicidad con los organismos de control y vigilancia del Estado que pecaron por su inoperancia y complacencia.
Miles de soñadores creyeron que había llegado el momento de adquirir propiedades aún sin tener respaldo, confiados en los frutos de la pirámide especulativa, y terminaron ahorcados por la fuerza del capitalismo salvaje.
Los bancos vieron la posibilidad de aumentar sus ganancias y, en vez de rechazar las solicitudes por falta de respaldo económico, acudieron irresponsablemente al mercado global a buscar millonarios recursos para hacer crecer la burbuja, que por fin estalló.
Mi amigo el terminator tocó las puertas a buscar sus ahorros y se encuentra con que no hay dinero en la caja. El banco entregó sus ahorros para alimentar el juego de monopolio más colosal de todos los tiempos. Lo grave es que nadie responde, las propiedades bajaron de precio, el crédito se paralizó, los bancos no creen ni en ellos mismos y por eso el sistema colapsó.
Los mansos demócratas elaboran argumentos y les echan la culpa a los republicanos. Estos ripostan con sus fundamentos y se defienden a su vez, diciendo que no pueden ser los responsables pues ellos son ovejas de Dios que aman a los pobres. El pueblo alejado del debate sólo sabe que gobernantes y legisladores, ya sean republicanos o demócratas, poco sufren esta debacle, pues siempre estan atornillados a la nómina oficial y se benefician de nuestros impuestos.
Entre tanto mi amigo terminator, y como él millones de personas, han perdido la fe en poder vivir un futuro digno en Estados Unidos. La parálisis se ha tornado en incertidumbre, y ahora todos estamos a la espera. A la espera de algo que va a venir a resolver la crisis, pero no se sabe de dónde.

sábado, 14 de febrero de 2009

Los taxistas

Los taxistas
ENRIQUE CORDOBA
Los taxistas son unos personajes complejos por su diversidad y, al mismo tiempo, fascinantes como fuente informativa de primera mano.
En mi trabajo de cronista acostumbro a conversar con ellos y siempre me ayudan a tomarles el pulso a los pueblos que visito.
Conservo buenos amigos taxistas en Jerusalem, Cairo, Lisboa, Bogotá, Mumbay o Nueva York. Desde hace varios años decidí conservar sus telefónos, que me han sido útiles al momento de regresar a esas ciudades o para recomendárselos a los amigos viajeros. Ellos saben dónde se come bien --que generalmente, como en el caso de Italia, es donde va a mangiare la gente local. Los taxistas dominan los recovecos de la ciudad, son los periodistas privados que saben lo que pasa en la política, la economía y cuentan los secretos de lo que ocurre a los de abriba y los de abajo.
De Miami guardo una lista cercana a la docena que me han prestado sus servicios a lo largo de 22 años que llevo viviendo aquí. Con las historias que han vivido hay material para escribir novelas.
''Una pareja me contrató para que semanalmente los recogiera en su casa en Coral Gables y les diera la vuelta por el Palmetto'', me confesó uno. ``La única condición: una cortina en las ventanas y no mirar hacia atrás para respetarles la privacidad de sus amoríos''.
El caleño Carlos Espinosa después de trabajar en Alaska un tiempo viajó en su taxi dos días por Alaska, dos por Canadá, entró por Montana y en nueve días cubrió seis mil millas hasta llegar a Miami, donde trabaja en Metrotaxi con el número 1,550.
Antes de ser taxista, el paisa Próspero Cardona arreglaba muertos en una funeraria de Miami. ''Mi primer susto me lo dio un cadáver en la madrugada'', dijo. ``Yo lo componía, lo vestía y lo maquillaba y al rato el muerto se me movía. Yo salí corriendo horrorizado''.
Recorrer Buenos Aires de la mano de un taxista es un deleite, son muy elocuentes, conocen la historia de las calles, los personajes de la ciudad y recitan la letra de sus tangos predilectos.
Con el desempleo en otras capitales latinoamericanas como Bogotá este trabajo está compartido entre economistas, abogados y administradores de empresas.
En Lorica, el pueblo de mi infancia, los taxis son aquellos jeeps que sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial y que para el gusto de la clientela deben poseer un buen equipo de sonido y los últimos vallenatos de Diomedes Díaz.
Del anecdotario de lo que me han relatado taxistas de otros lugares escribiré en otra ocasión. Prefiero aprovechar el tema para plantear el problema del servicio de taxis en Miami, porque del tipo de taxistas y de las condiciones del medio de transporte que tenemos en Miami podemos hablar con propiedad quienes por motivos del trabajo los usamos con frencuencia.
Cuando me toca un conductor amable y el vehículo está limpio y adecuado, me siento afortunado. No siempre es así, porque me he subido a taxis con choferes que son una pesadilla. Descorteses y malhumorados con unos automóviles que huelen a camello, cigarrillo o comida.
Existen taxistas que son dueños de sus licencias o ''medallones''y se da el caso de dueños de uno o varios ``medallones'' que inclusive no residen en Miami. Otros pagan semanalmente al dueño del medallón y son propietarios de sus autos, le pagan a la empresa de taxis por la afiliación y corre por su cuenta el servicio de radio y cancelan su seguro. Y están los taxistas, que no tienen medallón ni autos, que alquilan los vehículos por horas y deben pagar una suma por ese tiempo.
La mayoría de los taxistas son haitianos, paquistaníes y latinos.
Para Miami, Miami Beach, Coral Gables y demás ciudades del condado que dependen económicamente del turismo, este debería ser un asunto para darle toda la atención del caso, si es que uno cree que tenemos autoridades serias, responsables y a quienes les duele lo que ocurre en nuestro medio. Los taxistas son la primera impresión que tiene un turista al llegar a la ciudad.
La alcaldía debería hacer una campaña para que los usuarios de los taxis también aprendan a usar este servicio. En muchos casos piden un taxi y no lo esperan, contratan al primero que pasa y no tienen la cortesía de llamar y cancelar el servicio. Esto es muy común entre los latinos, no así entre los anglos, que respetan el taxi que se pide.
Todos, autoridades, taxistas y usuarios debemos buscarles solución a nuestros problemas para tener una ciudad más amable y grata.

domingo, 1 de febrero de 2009

El Salvador en vivo se ve mejor


Nuestra América
El Salvador en vivo se ve mejor
ENRIQUE CORDOBA
Especial/El Nuevo Herald

Si usted es un viajero que disfruta de la montaña, los pueblos coloniales habitados por gente cordial, las playas primitivas y el paisaje de los volcanes, El Salvador es una excelente opción.
Aquí saboreará la famosa pupusa, que es no es más que una tortilla gruesa de maíz, hecha a mano y rellena de queso, frijol refrito o chicharrón, y que los dos millones de salvadoreños que residen en Estados Unidos deliran con comer en su tierra.
Este país, con seis millones de habitantes y de economía dolarizada, es el único de Centroamérica que no posee costas en el Océano Atlántico.
Su extensión territorial de 20,742 kilómetros cuadrados facilita abarcarlo en poco tiempo.
Visitando las áreas rurales de El Salvador se conocen las tradiciones gastronómicas como la gallina india y los desayunos a base de frijoles, tortillas, huevos fritos, queso, tajadas de plátano, pan y chocolate.
Tiene 25 volcanes inactivos, tres de los cuales --Santa Ana, San Vicente y San Miguel-- tienen alturas por encima de los dos mil metros. Algunos muestran sus ligeras fumarolas en ciertos días del año con cielo despejado.
Es una nación que cuenta con un aceptable sistema de buenas carreteras lo que permite que en cuatro o cinco horas se pueda atravesar y seguir el recorrido entre Guatemala y Honduras, sus dos vecinos.
El viaje de San Salvador, la capital, a Managua, en Nicaragua, distante 850 kilómetros, se puede realizar en ocho horas, en autobús, y su costo actual es de $35, incluyendo el desayuno.
El Salvador tiene más de 300 kilómetros de playas sobre el Océano Pacífico, siendo Acajutla su puerto principal. Hay otros poblados costeros como La Libertad, Puerto Triunfo y El Cuco, ''quinto lugar más apetecido del mundo por los practicantes de surf debido al intenso oleaje durante el verano'', en opinión de la guía de turismo Beatriz Retana.
En la Costa del Sol, a menos de una hora de la capital, se encuentran complejos hoteleros, quintas de veraneo, restaurantes de comida de mar y las las playas preferidas y más frecuentadas por el turismo nacional e internacional.
En esa franja del litoral se pueden ver más de treinta kilómetros se plantaciones de coco, que además de ser un producto comercial de exportación ofrece un hermoso panorama a la orilla del mar.
A la orilla de la carretera los nativos venden coco de agua a cincuenta centavos de dólar.
El Salvador, entre otros productos, exporta camarón, textiles, azúcar y café.
Por su geografía y topografía El Salvador es un país fotogénico. Las estribaciones de la Sierra Madre centroamericana por el norte y la Cadena Costera en el sur, crean fértiles y extendidos valles desde donde las cimas y faldas de los volcanes invitan a tomar fotografías de diferentes ángulos.
''Como en pocos lugares del mundo aquí todavía se encuentran bosques tropicales secos en reservas naturales'', asegura el odontólogo Emilio Arturo Escobar.
En mi viaje a la ciudad de Chalchuapa, en el departamento de Santa Ana, visité las ruinas de Tazumal, un sitio histórico de cuando El Salvador aún se llamaba el Territorio de Cuscatlán.
En una jornada de un día se llega al Lago Coatepeque y se hace el tour de la ruta de las flores al oeste del país en los departamentos de Sonsonete y Ahuachapan que incluye cinco pueblos: Apaneca, Juayua, Ataco, Nahuizalco y Salcoatitan, de agradable clima y exuberante belleza.
De acuerdo con algunos estudios antropológicos, el náhuatl era la lengua de los pipiles, el asentamiento precolombino de la parte central y occidental de El Salvador.
El país es un excelente destino turístico, y como dicen sus pobladores, ``El Salvador, en vivo se ve mejor''.•
ecordoba@bellsouth.net