sábado, 15 de febrero de 2014

Provenza, sur de Francia en ocho días

ENRIQUE CORDOBA.- | DICIEMBRE 11 DE 2013.- En la película de hadas "La bella y la bestia" de Disney, la Bella vive en Provenza. Esa región del Mediterráneo fue mi destino por una semana: Aix en Provence, Arlés y Marsella. Desde que llegué y empecé a recorrerlo me enamoré del sur de Francia. Todo tiene una sutileza y un lugar en la historia que parece de película, por eso pienso que no es lo mismo ver fotos o imaginarlo. Lo mejor es venir aquí para vibrar con las sensaciones en vivo del aire, los colores, los mercados, el arte, la gente y el paisaje de Provenza. Salí de Miami a Marsella con escala en Paris en un vuelo de Air France. Las primeras dos noches las pasé en el hotel Saint-Cristophe en la Avenida Victor Hugo, junto a Cours Mirabeau, el bulevard principal de la ciudad. Caminar por sus amplias aceras es un deleite bajo frondosos y altos plataneros, unos árboles que dan sombra y colorido. “Esta avenida fue creada en 1646 y era la vía de las carrozas” dijo la guía. “La moda era tener una casa aquí”. En una esquina se conserva la primera casa construida por la nobleza y dos cuadras atrás una placa en la puerta del liceo donde iniciaron su amistad desde la niñez, el pintor Paul Cezzane y el escritor Emil Zola. Sobre la avenida oficinas, tiendas elegantes y cafés. En la terraza se lee: 1792 Les Deux Garcons, era el café que frecuentaba Cezzane en el siglo XIX y Picasso en el XX. Para descubrir Aix en Provence lo mejor es meterse por sus callecitas y andar. Cada esquina, edificio o cualquiera de sus cuarenta fuentes tienen su historia. Paúl Cezzane, nacido aquí en 1839 es icono de la ciudad. Con un mapa y siguiendo las señas en el piso es posible seguir su rastro y visitar los sitios donde estuvo el padre de la pintura moderna. Por ser una ciudad universitaria en Aix se respira un ambiente de juventud por el desfile de una población de setenta mil estudiantes. Los vinos, el mercado de frutas, pescados, flores, dulces son maravillosos. El ejercicio de salir con ánimo de curiosidad a buscar un restaurante es una experiencia agradable. Una mirada a los museos y palacetes ayuda a redondear la visión y el papel de Aix en la historia de Francia. 68 kilómetros separan Aix de Arlés, colonia griega y epicentro del imperio romano. De esa época datan muchos monumentos, los mejor conservados de Francia, como el Anfiteatro, las Termas de Constantino, el Foro y el Circo. No es sino poner pié en suelo arlesiano para sentir la presencia de Vicent Van Gogh. La ciudad gira alrededor de su espíritu y los trazos de sus cuadros. El pintor holandés se mudó para Arlés en febrero de 1888 y vivió allí hasta mayo de 1889, atraído por su buen clima y por la luz de la Provenza. Plasmó sus colores en los trigales, los narcisos, el río Ródano, los canales, el mar, sus gentes y los atardeceres. Son las réplicas en litografías, postales y copias en tazas y objetos varios, de estas obras las que inundan los portales de las tiendas de souvenirs, almacenes y agencias de turismo. “No se puede hablar de Arles, sin hacer referencia a la vida y obra de Van Gogh en este lugar”, expresó la guía. No hay duda, vasta pasear por la ciudad. “Vamos a La Camarga para que conozcas su importancia”, me indicó Francine Riou, de la Oficina de Turismo. Es un inmenso delta del Ródano donde el hombre vive con caballos de raza, y hay lagunas, fincas y ganaderías. El tercer destino fue Marsella, la capital cultural de Europa 2013, y la ciudad más importante para el turismo francés en el Mediterráneo. Alberga gran cantidad de edificios históricos y ofrece restaurantes excelentes y excursiones para chicos y adultos. Tiene luz y la alegría de la riqueza cultural de sus gentes. Me alojé en el histórico hotel Beauvau, en el viejo puerto, en cuya lista de clientes figuran: Geroge Sand, Chopin, Lamartine, Merimée y Paganini. Desde la ventana la silueta de la Basilica de Notre Dame de la Garde y la entrada y salida de lanchas rumbo a If, la isla con el castillo inmortalizado por Alejandro Dumas en El Conde de Montecristo. “Este es el plato más solicitado” comentó el chef Christian Buffa, mientras preparaba en su restaurante Miramar, la bouillabaisse, famosa sopa de pescado originaria del puerto. Marsella, es capital de La Provenza un destino para visitar en cualquier época del año.