sábado, 4 de enero de 2014

Sierra Nevada es el Machu Pichu colombiano

ENRIQUE CÓRDOBA.- ESPECIAL/EL NUEVO HERALD.- Aty Janey Mestre es una amerindia que nació en Jewrwa y creció con las tribus arhuacas, a las que pertenece, en la Sierra Nevada de Santa Marta, en el norte de Colombia. Un hermoso y exuberante macizo de 5,558 metros, catalogado como la montaña más elevada del mundo, a la orilla del Mar Caribe. Los Koguis o Kággabba, son un pueblo amerindio que habita la vertiente norte de esta sierra en los valles de los ríos Don Diego, Palomino, San Miguel y Ancho. Son unas 10,000 personas que hablan su propia lengua y están organizados por poblados. En el Parque Arqueológico de la Ciudad Perdida están las ruinas del imperio Tayrona, en una espectacular arquitectura en piedra de terrazas escalonadas. Llegar a ese Machu Picchu colombiano requiere de cinco días y es la excursión con la que sueña todo mochilero. El recorrido se hace desde Santa Marta, por el Departamento del Magdalena. Desde la cara que da a la Guajira se divisa Ranchería y Dibuya, y allí están los asentamientos de wiwas. En el Valle del Upar, departamento del Cesar, hasta los picos nevados y Nabusimaque, habitan los kankuama y los arhuacos. “Arhuacos es un apodo que nos pudieron los españoles”, explica Aty Janey. “Quiere decir guardadores de guacas”. “Realmente somos iku”, precisa “gente de la montaña”. La Sierra Nevada tiene una biodiversidad, fauna, flora y paisajes maravillosos. Aty Janey pasó su infancia por los caminos de Jewrwa y Nabusimake, tierra donde nace el sol. De su madre aprendió técnicas de tejido y las guías de vida las recibió de Bunchanawi, el Mamo mayor, su abuelo, de 83 años. Se graduó de Administradora de Empresas en la Universidad Nacional. En Bogotá conoció al escritor Hugo Jamioy, de la tribu Camepsa, de Sibundoy, Putumayo, sur de Colombia, frontera con Ecuador. De la unión nacieron Gunney, Tima, Yuina y Tanny. “¿Y nosotros qué somos?”, preguntan los niños. “Kamtukwa”, responde ella. Sus mochilas se caracterizan por la simbología de los diseños y el colorido. “Ese es el colorido de la tierra,” asegura. “La lluvia, el paisaje y los estados de ánimo”. El primer pueblo desde Valledupar es Pueblo Bello, a dos horas. Más adelante está Nabusimake, a 1,800 metros de altitud, epicentro sagrado de la cultura arhuaca, a orillas de un río de piedras lisas. En el camino hay cerros y ríos, cultivos de café, maíz y verduras y se respira aire puro y se siente la energía y la tranquilidad. Los cuatro pueblos indígenas representan una población de 40,000 personas. “Para nosotros la sierra es el corazón del mundo”, comenta Aty Janey enfundada en su traje blanco típico de su etnia. La Sierra Nevada desciende formando un litoral de 50 kilómetros de hermosas playas en bahías y ensenadas de ensueño. En Valledupar se celebra el Festival vallenato a fines de abril, y es una fiesta de acordeones en la que se pueden ver arhuacos por las calles de la ciudad. “La letra de las canciones son las vivencias personales del autor”, señala Adela Becerra Daza, de la Alianza turística vallenata. Los instrumentos del conjunto vallenato representan las tres culturas: la española (acordeón), la africana (la caja) y la indígena (la guacharaca).• Read more here: http://www.elnuevoherald.com/2013/12/28/1642504/sierra-nevada-es-el-machu-pichu.html#storylink=cpy