lunes, 18 de noviembre de 2013

Tucumán y el fin del mundo en 10 días inolvidables

ENRIQUE CÓRDOBA.- ESPECIAL/EL NUEVO HERALD.- Llegar a Argentina y pasar por las cumbres y valles de Tucumán, degustar las famosas empanadas en Famaillá y luego bajar 3,100 kilómetros a Usuhaia, en Tierra del Fuego, en el fin del mundo, son destinos de película. Para caminar, navegar, tomar fotos, comer bien, tomar buen vino y conocer historias y leyendas. Los argentinos, como decía Borges, no descienden de los mayas como los guatemaltecos, ni de los incas como los peruanos, sino de los barcos. Las puertas de la inmigración se levantaron y entre 1871 y 1915 Argentina recibió cinco millones de europeos: italianos, españoles, franceses, sirios-libaneses, ingleses, alemanes, armenios, rusos, polacos, suizos, galeses y judíos. Abrieron comercios y caminos y desarrollaron la agricultura y extendieron las vías ferroviarias. Con ellos la nación creció y se modernizó y fue la quinta economía del mundo. El otro grupo fue el del indio y el gaucho. En Quilmes, a 1,300 kms. al noroeste de Buenos Aires, Germán Guanca, un indígena del 30 años de edad, me recibió al pie del Alto Rey, en las ruinas del mayor asentamiento precolombino de Argentina. “Los Quilmes existimos desde el año 800 D.C.” declaró. “No hemos sido ni expansionistas ni invasores”. “Respetamos a los vecinos de la misma etnia diaguita y nos unimos alrededor de los ritos de la Pachamama, el sol y la lluvia”. “Somos unos 3,000” indicó y afirmó que practican el fútbol como buenos argentinos. Continué por la Ruta 40, en dirección a San Miguel de Tucumán, con escala en El Infiernillo a 4,000 metros de altitud, alucinado con el paisaje exótico de los Valles Calchaquíes. La historia de la acogedora Estancia Las Carreras, de cómodos cuartos, en Tafi del valle es excepcional. “Perteneció a los jesuitas desde 1718 y hoy sigue siendo una estancia agrícola en pleno funcionamiento”, comentó Inés Frías Silva descendiente de los familiares que la adquirieron en 1779. El vuelo de Aerolíneas Argentinas me llevó hasta Usuhaia, puerta del Antártico. El frío de fines de septiembre registró 5 grados centígrados y tuve la suerte de fotografiar la belleza de los primeros días soleados de la primavera. Por la ventana del Tren del Fin del Mundo vi los picos nevados de la cordillera y la vegetación de invierno. “Esta carrilera guarda el tormento y el esfuerzo de los presidiarios que la construyeron a comienzos del siglo XX”, explicó Martin Saleha, gerente del tren. El presidio se conserva intacto y su visita conserva rastros del pasado que vivieron criminales convertidos en relatos, como Petiso Orejudo. Usuhaia es un lugar lindísimo, dice Daniel Leguízamo, secretario de Turismo del municipio. “Hay montañas, lagos y el canal de Beagle”. “La gente puede ir a la montaña o a las buenas pistas de esquí donde vienen los equipos de elite a sus entrenamientos”. En restaurantes y gastronomía, Usuhaia es de concurso: centolla o merluza negra del Atlántico, y cordero fueguino en leña.• enviar por email Read more here: http://www.elnuevoherald.com/2013/11/16/1614501/tucuman-y-el-fin-del-mundo-en.html#storylink=cpy