domingo, 27 de enero de 2013

Nicaragua, tierra de ecoturismo, lagos y volcanes

ENRIQUE CÓRDOBA.- ESPECIAL/EL NUEVO HERALD.- En Nicaragua es posible salir de turismo desde su capital y a las dos horas estar navegando por el Lago Managua y luego escalando el volcán Momotombo. La silueta cónica del enorme volcán es lo que primero sobresale en el paisaje de frondosa naturaleza verde, cuando se viaja por la carretera hacia León. El volcán borró del mapa en el 1,609 a la antigua capital que hoy es León Viejo. Quedan ruinas de templos, tumbas y casonas para la historia. “El oro de Nicaragua y de los países vecinos era intercambiado en esta capital y ricos comerciantes vivían aquí”, dice Ofelia Marulanda, nacida en Managua residente en Orlando. La nueva ciudad fue levantada a 30 kilómetros, “pero el Momotombo continua siendo una amenaza para los aledaños”. Se requieren buenas condiciones físicas, para subir y bajar al volcán, en una jornada de 8 a 10 horas. “Algunos montañistas prefieren instalar sus carpas, dormir en la cima y reiniciar la excursión desde temprano en la mañana; sin embargo nosotros bajamos el mismo día”, comentó María Esperanza Somarriba, viajera incansable, quien entuvo al frente de una excursion. “La aventura vale la pena porque la vista es magnífica, se ve el cráter, la ciudad de León, otros volcanes y el Océano Pacífico, si el día es de sol y está despejado”, aseguró. Según datos de la promotora turística Vianica.com “la actividad volcánica apenas comenzó a ser monitoreada en abril del año 2000. Debido a las altas temperaturas de algunas partes del volcán, se ha puesto una planta geotérmica en su base, la cual produce energía del calor volcánico”. A mitad de camino, en Nagarote, hicimos una pausa y entramos a una fonda. “Lo mejor de este lugar es el gallo pinto (arroz con frijoles), los quesillos, el vigorón ( chicharrón con yuca) y el tiste, una chicha a base de maíz”, aconsejó el chofer Pablo Marego, que vive entre el taxi y el ajedrez. El recorrido llegó hasta la casa de Rubén Dario, en León, donde se conserva la cama donde murió el poeta, sus pertenencias y documentos. Al día siguiente y después de frutas frescas (papaya, granadilla, piña, níspero, patilla, etc.) en el desayuno, viajamos a Granada, ubicada a 40 kilómetros de Managua y a 90 de la frontera con Costa Rica. En Granada, una de las opciones es, ir a tres kilómetros a Puerto Asese. Joaquín Jarquín dueño de la lancha “La Tiburona” nos hizo un recorrido de tres horas por el Lago Nicaragua, tambien llamado Lago Cocibolca, por $100. Visitamos algunas de las 360 isletas paradisíacas donde se convive en paz en medio de la arboleda, con el volcán Mombacho al fondo del panorama. Nicaragua posee una docena de volcanes, costas en el Atlántico y el Pacífico, valles y montañas donde se produce buen café. Los amantes de las bellezas naturales y el ecoturismo sueñan con quedarse en este paraiso de Centroamerica.• Read more here: http://www.elnuevoherald.com/2013/01/26/1390688/nicaragua-tierra-de-ecoturismo.html#storylink=cpy

miércoles, 16 de enero de 2013

Buenos Aires entre caminatas, librerías y La Boca

ENRIQUE CÓRDOBA.- ESPECIAL/EL NUEVO HERALD.- Cualquier pretexto es bueno para ir de turismo a Buenos Aires: acudir a un teatro, elegir uno de los tres mil restaurantes para comer, ir a un bar de tangos, recorrer el Mercado del Abasto, donde se crió Carlos Gardel o vivir la experiencia única de concurrir a un partido de fútbol del Club Boca Juniors vs. River, en el corazón del barrio al que llegaron los inmigrantes italianos. Esta ciudad, especie de fusión arquitectónica entre Madrid y Barcelona, tiene avenidas anchísimas como la 9 de Julio, quioscos de periódicos y revistas en cada esquina y recuerdos de la Argentina opulenta, como el Club Naval cuyos salones son correspondientes a los del Palacio de Versalles de Paris. El viernes compartimos cena, vinos, caminata por el Hipódromo del barrio Palermo, donde ahora reside Hernán Gamboa, el gran maestro del cuatro venezolano. La capital argentina es ciudad de librerias grandes, de oferta y de libros viejos. “La avenida Corrientes entre Callao y 9 de Julio tiene la mayor concentración: son diez cuadras y hay cuatro librerías por cada cuadra”, me indicó mi amigo, el escritor Alejandro Tarruelas. El domingo en La Boca disfruté de un auténtico carnaval cultural. Pinturas exhibidas en la vía y otras en los inquilinatos. Estas son reliquias de las etapas vivídas por la gran inmigración italiana que se inició en 1880. “Cada pieza albergó a una familia que llegó a América huyéndo del hambre y la miseria”, me dijo el taxista con voz ronca, sin soltar el cigarrillo. “Mis abuelos calabreses trajeron todo lo que cabía en sus baúles de cuero y herrajes. Trajes, ollas, libros, herramientas y palas con las que cultivaron trigo y maíz”. Los conventillos han ido desapareciendo bajo el progreso pero quedán las casas de chapas pintadas originalmente con la pintura que dejaban los barcos en el Riachuelo, evoca Tarruelas. En la calle una pareja elegante baila tangos que interpretan unos músicos y los turistas aplauden. En la pared un aviso: “En este lugar en 1928 funcionaba la despensa de Juan de Dios Filiberto”. Caminito es un callejón que adquirió valor histórico porque inspiró la música del famoso tango Caminito compuesta por Juan de Dios Filiberto, en 1926. La inmigración amplió el vocabulario con palabras como “manyar” por mangiare, “yirar” por girare, dar vueltas, “fiaca”, por fiacca, desgano, “laburar” por lavorare, “ragú”, hambre. Algún día de 1950 el pintor boquense Benito Quinquela Martín y sus vecinos decidieron recuperar la calle y darle un toque alegre. La húngara Maria Radó y Pedro Konstandt, nacido en Alemania, son una pareja de escritores que se conocieron en Argentina y allí se casaron hace medio siglo. En su casa del barrio La Lucila brindamos con un Malbec, por el reencuentro y por el golpe de fé del inmigrante en este gran país.• Read more here: http://www.elnuevoherald.com/2013/01/12/1381184/buenos-aires-entre-caminatas-librerias.html#storylink=cpy

miércoles, 2 de enero de 2013

Guajira, una península mágica

ENRIQUE CÓRDOBA.- ESPECIAL/EL NUEVO HERALD.- El área de la Guajira, para colombianos y venezolanos, es el territorio fronterizo entre los dos países, bañado por el mar Caribe y habitado por la etnia wayúu. Llegar a península de la Guajira es quedar capturado por las bellezas exóticas del paisaje primitivo, el colorido de los atardeceres y las interminables playas de arena suave y blanca. Pasajes del Macondo de Cien años de Soledad de Gabriel García Márquez, que describen a Aracataca, localizado a pocas horas de estas tierras, detrás de la Sierra Nevada de Santa Marta, forman parte de la cotidianeidad de los indígenas. “Ven, vamos a un velorio, y después vas al Cabo de la Vela”, me dijo al caer la tarde Marcelino “El Negro” Gómez, exalcalde de Uribia, el municipio en donde reside la mayor cantidad de indios wayúu. Salimos de Uribia con un grupo de amigos en camionetas de doble tracción y atravesamos caminos rústicos sobre la arena del desierto. Llegamos casi a la medianoche a una ranchería, como se le llama al conjunto de ranchos de palma, donde vive una familia indígena. En una de las casas, unos hombres reunidos a media luz, tomaban whisky y comían friche, comida típica de la región a base de vísceras de chivo. A un lado, las mujeres cocinaban y los niños jugaban. Y bajo otra enramada unas personas se congregaban en silencio alrededor del ataúd. “En estos días vienen los amigos, pero después la familia queda sola y acompaña al muerto hasta que es enterrado a las tres semanas en una ceremonia íntima”, me explicó el exalcalde Gómez. Dejamos el velorio y nos trasladamos a otra ranchería a una hora de viaje, en donde dormimos en chinchorros colgados en una gran sala sin paredes. El firmamento de gran luminosidad causaba admiración por el infinito número de estrellas. A la mañana siguiente, de desayuno, nos dieron café negro, carimañolas y arepas de huevo. Los indígenas wayúu se movilizan en bicicleta, motos y jeeps, por caminos donde los foráneos se confunden y se pierden con facilidad. Hay rutas de ómnibus que cubren la ruta desde Riohacha hasta Puerto Estrella y Nazareth, en la única montaña de la región conocida como la Sierra Natural de la Macuira, donde la temperatura es agradable y la fauna y flora corresponde a alturas de 800 metros sobre el nivel del mar. Es la formación montañosa más septentrional de América del Sur. La vegetación es de tunas y monte, y en el camino hay rebaños de chivos y ganado con temperaturas altas y escasez de agua. En la Guajira no hay hoteles cinco estrellas, pero en el Cabo de la Vela, por ejemplo, pocos cambiarían dormir en sencillas cabañas con techo de paja, brisa y atmósfera apacible con la cama a pocos metros del mar.• Read more here: http://www.elnuevoherald.com/2013/01/01/1374972/guajira-una-peninsula-magica.html#storylink=cpy