lunes, 12 de abril de 2021

EN BURDEOS,
VINOS CON HISTORIA Por Enrique Córdoba Thomas Barton, el irlandés que llegó a Francia en el año 1.725, nunca se imaginó que casi 300 años después, de haberse convertido en el mas influyente comerciante de vinos de Bordeaux, su empresa pionera Barton & Guestier, estaría catalogada en una de las marcas de vinos finos franceses mas prestigiosas del mundo con presencia en 130 países. Thomas Barton contaba con 27 años de edad, a su arribo a Burdeaux. De inmediato se enamoró con los vinos y de la región del Médoc, para protagonizar una historia de éxito ejemplar. Empezó a producir vinos y su empresa inicio un ascenso meteórico. Cultivó excelentes relaciones en Irlanda y en Inglaterra. De 1785 a 1789 Thomas Jefferson fue el embajador de Estados Unidos en Francia. Estuvo de visita en Burdeaux, conoció a las familias Barton y Guestier y tuvo preferencia por los vinos que producía B&G. Mr. Jefferson se convirtió en el tercer presidente de Estados Unidos de 1.801 a 1809, y su afición por los vinos de Barton & Guestier, lo hicieron ser no solo el mejor cliente, sino una reconocida personalidad que ayudo a dar a conocer rápidamente la marca en América. El primer jefe de bodega de Barton & Guestier, fue Germain Rambaud, que ganó reconocimiento por elaborar los mejores caldos del siglo XVIII. En 1917, B&G creó Prince Noir y desde entonces se ha consolidado con total éxito en todos los países. Para muchos amantes del vino, el 1725 Bordeaux Reserve es el máximo exponente de la marca. En la actualidad, Barton & Guestier ofrece una colección de excelentes vinos franceses con denominación de origen controlada. El proceso de vinificación se expresa en un producto de extraordinaria calidad. Hoy B&G exporta las mejores denominaciones francesas a todos los continentes. Entre los vinos tintos más caros y solicitados del mundo se destacan: Chateau Lafite Rothschild, Chateau Margaux, Chateau Latour, Chateau Haut-Brion y Chateau Mounton Rothschild. —Aquí estamos en las tierras del Cabernet Sauvignot,— dijo Audrey Clos, responsable de la exportación de vinos de B&G, para Centro y Sur América, Canadá y Europa del Este, mientras caminábamos por el Chateau Magnol. —En la marca B&G tenemos una organización muy fuerte a nivel de sourzing, debido a que contamos con un equipo de productores y vinificadores que viajan todo el año por las diferentes regiones de Francia. Ellos visitan a nuestros socios que son productores de uva y seleccionamos las partes de los viñedos. Trabajamos la manera de cuidar los viñedos, y atendemos todo el proceso de la vinificación desde la vendimia hasta el embotellado. B&G hace una gran inversión a nivel técnico en cada bodega de nuestros productores socios para controlar la calidad de los vinos, desde el viñedo hasta la botella. Esto nos permite mucha flexibilidad, ya que en Francia tenemos que seguir la naturaleza. Si llueve mucho la uva va a tener mucha agua, y le va a faltar azúcar. Si hace mucho sol, la uva va tener mucha azúcar y el vino va a estar muy concentrado. “En cada región tenemos entre 5 y 15 productores y debemos seleccionar y elegir las mejores partes de cada viñedo para asegurar la calidad de B&G”, explicó Clos. “Al final, detrás está la gente que le gusta Chateau Neuve, Chateau Margot B&G, y esperan cada año el mismo perfil y el mismo nivel de calidad. Esta manera de trabajar el vino es muy importante para nosotros porque aseguramos la mejor selección a través de toda Francia y de todas las regiones”. La única región donde B&G, no trabaja es Alsacia. “Trabajamos todas las otras regiones: Bordeaux, Beaujolais, Rhone, Provence, Gascogne, Languedoc, Bourgogne, Loire, Corse. Y todos los varietales, del valle de Longedoc que nos permite competir con la oferta del Nuevo Mundo que es una oferta sobre la uva Chardonnay, Cabernet Sauvignon”. Según Clos B&G fue la primera empresa en producir su propia oferta de vinos varietales. “Estaba muy fuerte en Estados Unidos y hemos visto llegar la competencia a través de la uva y esto era nuevo para nosotros. Porque nosotros producimos vino por regiones”. —Qué vino tomas?—. —A mi me gusta mucho el de Bordeaux, pero yo tomo vino de todas las denominaciones de Francia. Porque yo tengo una educación al vino de otras regiones de Francia. La gente que no conoce mucho del vino, toma vino de su propia región. Finalmente Audrey Clos señaló que “la tendencia es tomar mas espumante de calidad”. CHATEAU MAGNOL Durante una semana de finales del otoño del 2.019 compartí con otros periodistas, sommeliers y expertos de vinos invitados de Bélgica, Bielorusia y Hong Kong, el programa de “B&G Food and Wine Academy”, en el Chateau Magnol. Asistimos a un seminario de formación, en temas tan variados como la historia del vino, la vinificación, las técnicas de cata, el sistema de las denominaciones francesas. El Chateau Magnol también es una casa de huéspedes, con un maravilloso viñedo de 30 hectáreas, ubicado en las puertas del Médoc, en la rivera izquierda del río Garona. Tiene plantado viñas de cabernet sauvignon, merlot y cabernet franc, tres uvas originarias de la zona de Burdeaux. “Somos muy afortunados”, dije a Maripaz, mi esposa que me acompañó en esta inmersión en el mundo de los vinos. “Tenemos el privilegio de dormir en un chateau francés, en medio de cultivos de viñedos”. “Además, aquí estuvo no solo el Presidente Jefferson, sino también el Presidente Nixon, en 1981”. —Chateau Magnol es el corazón de B&G, —comentó Solange Galan, Manager del chateau. “Este chateau es una herramienta muy importante para ayudar a educar a la gente en los temas del vino, tenemos un chef que cocina para los invitados que acogemos cada semana, de todo el mundo”, dijo Audrey Clos, responsable de B&G para Canadá, Centro América, el Caribe, Latinoamérica y algunos mercados de Europa del Este. Según Clos, “en el chateau les educamos a través de presentaciones, catas y en el maridaje de las comidas con el vino, nos parece muy importante formar a la gente sobre el vino a través de la comida, porque en Francia producimos vino de comida”. Valioso saber que en Francia los vinos varietales deben contener, como mínimo, un 85% de la variedad de uva indicada en la etiqueta. En América solo es obligatorio un 65% para poder hacer mención de la variedad de uva. Si bien es Italia el mayor productor de vino del mundo 15.9% y 39.3 millones de hectolitros, son los franceses los mayores consumidores de vino per cápita, con un consumo de 45 litros al año por habitante, según un estimado de la OIV-2017. Los mayores productores de vino del mundo son: Francia, de segundo, después de Italia, con 14.8%%, tercero España 13.6%, Estados Unidos 9.4%, Australia 5.6%, Argentina 4.8%, South Africa 4.4%, Chile 3.8%, New Zealand 1.2%. La producción mundial de vino es de 247 millones de hectolitros. Cabernet Sauvignon es la variedad de uva mas prestigiosa del mundo, la grenache es la segunda más cultivada, merlot, es una de las variedades más en boga, pinot noir la más sexy y la syrah, la mas elegante y de moda. Al acercarse al tercer centenario de la marca, Laurent Prada, director de vinificación declaró que la meta hacia el futuro de B&G es “seguir ofreciendo los mejores vinos de calidad posible a nuestros consumidores a precios asequibles y brindar educación para que más personas conozcan sobre el vino” BORDEAUX Con solo mencionar a Bordeaux, nos llega a la mente, la imagen del vino, las bodegas y los viñedos. Y no es para menos. 14.000 productores de vino, 117.514 hectáreas cultivadas en viñas, y un volumen anual de negocios de 15.000 millones de euros, la convierten, con toda razón, en “La Capital Mundial del Vino”. Como si fuera poco, también Bordeaux tiene el mayor número de restaurantes y de sommeliers por metro cuadrado del mundo. Una caminata por las calles de Bordeaux es la mejor manera de apreciar su arquitectura, encontrarse con su historia y disfrutar los bistrot, las pastelerías, las librerías, las bombonerías y las casas de vino. Fue el barón de Haussmann, prefecto de Bordeaux por largo tiempo, quien se basó en su trabajo de reconstrucción de la ciudad en el siglo XVIII, para hacer lo mismo en Paris, cuando el emperador Napoleón III se empeñó en modernizar la capital francesa. Cuentan los bordoleses que el siglo XVIII fue la edad de oro de Bordeaux. Unos 5.000 edificios del centro de la ciudad pertenecen a esta centuria. Al llegar a la histórica Plaza de la Bolsa, me causó curiosidad ver dos vacas amarradas a un poste, frente a la puerta de un edificio de oficinas. Me acerqué y leí un letrero, al pie de los animales: “Race Bazadaise”. —Estamos promoviendo esta raza, —me indicó uno de los ganaderos. Luego me dirigí al muelle, donde estaban varios turistas, a orillas del río Garona. Algunos niños jugaban y los adultos tomaban fotografías a “El espejo de agua”, más grande del mundo, una de las atracciones de la ciudad. Después de recorrer la ciudad e informarse de las importantes contribuciones al desarrollo económico y urbano de “La pequeña Paris”, uno termina pensando como el guía que nos mostró un sector de la ciudad, de por qué motivo no existe en Bordeaux una calle en homenaje al celebre y visionario emprendedor Thomas Barton. EL MUSEO DEL VINO “La cité du vin”, abrió sus puertas a mediados del 2019, y desde entonces se convirtió en un lugar de obligada parada de quienes van de visita a Bordeaux. Puede verse como un museo, pero ante todo es un parque temático donde el vino es el protagonista de la experiencia. Durante el recorrido el visitante se sumerge en un viaje que lo transporta en el tiempo hasta los albores de la aparición de la uva, a través de las civilizaciones. En un recorrido de dos horas de duración se puede disponer de más de 10 horas de contenidos, 120 producciones audiovisuales, en ocho idiomas donde más de 100 expertos entrevistados nos ilustran de todo lo que se quiera saber del mundo del vino. Desde que uno observa el edificio de 13.350 metros cuadrados, al llegar a visitarlo, a orillas del río Garone, llama la atención la fluidez de su diseño. Fue inspirado en la curva y movimiento que el vino adquiere en la copa. El edificio de diez niveles, fue creado por los arquitectos Anouk Legendre y Nicolás Desmaziéres de la firma XTU, de Paris. Al final de la experiencia se ofrece una cata con las mejores viñas del mundo, con vista al río Garone y a la ciudad de Burdeaux. DE PASO POR SAINT EMILIÓN Cerca de Burdeaux, a cuarenta minutos, está ubicado Saint-Emilión. Es un pintoresco pueblito francés de 1938 habitantes, fundado en el siglo VIII por el bretón Emilión, quien con unos discípulos benedictinos levantaron un monasterio. Muchos lugareños lo recuerdan por sus milagros. Los viñedos de Saint Emilión producen una gama de buenos vinos reconocidos y de elevado valor, no solo en Francia, sino en todo el mundo. Posee 12 denominaciones de origen. Las variedades más comunes son: Merlot, Cabernet franc y Cabernet Sauvignon; estas tres producen vino tinto. Sobre una extensión de 7,800 hectáreas, y 800 bodegas. –En Saint Emilion todo gira alrededor de los vinos, dice un visitante. Y asi es. En cada puerta hay un restaurante, una tienda de vinos, galerias de arte con obras relacionadas con uvas y vendimias. También se pueden visitar librerías, escuelas de vinos y tiendas donde venden macarrones, cuya receta se conserva desde el año 1620. Una de las mayores atracciones turisticas es la iglesia monolítica hecha sobre una roca. En la parte baja del famoso poblado, me encuentré con turistas, y locales, bajando o subiendo por callecitas empedradas y empinadas. Da gusto sentarse y ver pasar a la gente: andan sin prisa, comen alimentos que no están congelados, porque los compran todos los días en la tienda. Conversan y tienen cara de vivir felices. Son lecciones de vida, si queremos disfrutar de buena salud mental y llegar a viejos. La región vinicola de Bordeaux se divide en dos subregiones, incluídas Saint Emilión, Pomerol, Médoc y Graves.

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