sábado, 13 de diciembre de 2008

Narcocharla con un filósofo

Narcocharla con un filósofo
ENRIQUE CORDOBA
El taxista contestó a mi pregunta sin pensarlo dos veces: Oiga, mi charro, la verdad es que nuestra ciudad es segura, por aquí sí hay mucho ''narcomenudeo'', junto a los colegios y las discotecas, pero los crímenes están en la frontera, donde opera el cartel de Sinaloa.
El novelista mexicano Paco Taibo II, quien acaba de publicar una biografía de Tony Guiteras (Editorial Planeta), el cubano que rara vez sonreía --a quien dedicaré una próxima columna-- se quejó al decirme: México ha puesto 5,500 muertos en dos años y en Houston no cae nadie, ¿qué guerra es esa?
Sucedió la semana pasada cuando Guadalajara se viste de galas para recibir a los escritores, editoriales y gente dedicada al mundo de los libros, en el marco de la Feria Internacional del Libro, considerada la número uno en Iberoamérica.
Me encontré con Fernando Savater, filósofo español que se enloquece con las carreras de caballos y la vida de los hipódromos.
Tambien le toqué el tema en el que América Latina y Estados Unidos tienen un papel decisivo: la guerra contra las drogas.
Antes él le había dicho al líder del grupo rockero Maná, que debido a que tenía facilidad para expresar las cosas y ``como soy ignorante creo que sé explicar mejor las cosas que los sabios, que como saben tanto no entienden que los demás no sepan''.
``Hay que despenalizar las drogas --me dijo---. Se legaliza lo que siempre estuvo prohibido y de pronto se decide que no lo esté''.
``Pero las drogas empezaron no prohibidas, luego se prohibieron y yo lo que pido es que dejen de estarlo otra vez para que dejen de ser un negocio monstruoso como lo es hoy''.
Los colombianos empezamos a oír de los cultivos ilícitos en los años sesenta, cuando nos informamos de la marihuana cultivada en la Sierra Nevada de Santa Marta. El área se fumigó con un químico llamado paraquat, hacia finales de la década de 1970, con trágicas consecuencias ambientales y sociales. Le salió competencia en California y en Colombia la marihuana fue sustituida en gran parte por coca y amapola en las décadas de 1980 y 1990.
El negocio de la droga penetró todos los estamentos sociales del país y el dinero enriqueció y corrompió hasta al propio Miami que yo descubrí a mi llegada en 1987.
El narcotráfico sigue siendo un factor desestabilizador para Colombia y un gran negocio internacional.
Siendo Estados Unidos un país tan poderoso, ¿por qué no se gana la guerra contra las drogas?
La guerra no se ha querido ganar porque hay mucha gente beneficiada.
Me lo confesó Michael Levine, ex agente de la DEA, frente a un café en Coral Way. Mucha gente, tanto los narcotraficantes como los que los persiguen, viven de la prohibición. Es una guerra que a todos les conviene que sea inacabable.
''Hasta que no se acabe la prohibición, todos seguirán sacando ventaja de la prohibición'', asegura Savater.
``Uno de los grandes perdedores es América Latina --le digo--. Pierden las democracias amenazadas por el narcotráfico, que son prácticamente incapaces de superar lo que es ese negocio y esa mafia con esa cantidad de recursos a su disposición''.
Agrega Savater: ``Hay estados que sencillamente por muy buena voluntad que tengan no pueden luchar contra ella. Siempre la corrupción, la violencia vencerán''.
Los cultivos ilícitos abren puertas para que se siga fumigando y en vez de reducir los plantíos de coca, se destruye la naturaleza y se afecta la vida de los campesinos. Unos se enriquecen, otros se aprovechan y Colombia pierde.
Centenares de estudios lo confirman: mientras haya prohibición será un gran negocio.
''Los mexicanos no saben lo que les viene encima porque lo desconocen, y por esa razón minimizan sus consecuencias'', le comenté al escritor jaliciense Jesús Cruz, autor de Cuando estallan las ciudades.
Quienes hemos padecido ese cáncer del narcotráfico sabemos que tiene el poder destructor de los huracanes. El mal un día llegó sin avisar y cambió la vida de los colombianos, y aún no termina.
Es absurdo, pero no innegable, en América Latina los males son contagiosos.

martes, 9 de diciembre de 2008

Caminata por la histórica Guadalajara

Nuestra América
Caminata por la histórica Guadalajara
ENRIQUE CORDOBA
Especial/El Nuevo Herald
Guadalajara, con ocho millones de habitantes, no es sólo la capital del Estado de Jalisco y la segunda ciudad más poblada de México, sino una ciudad con excelente clima --entre 11 y 26 grados centígrados--, que además cuenta con sol y cielo despejado casi todos los días del año.
Desde el 29 de noviembre pasado, Guadalajara se ha convertido en el centro del mundo editorial en español y en la casa de uno de los festivales literarios y culturales más importantes del continente. Este año caracterizada por un homenaje a Carlos Fuentes por sus 80 años, la entrega del premio de literatura en lenguas romances al portugués Antonio Lobo Antunes y las letras italianas como invitadas especiales.
Mi vuelo a los predios del mariachi y el tequila, partió del Distrito Federal de México para recorrer los 540 kilómetros que lo separan de este epicentro de hospitalidad, folclor y gastronomía. En menos de una hora, desde el avión se divisó un inmenso valle, la laguna de Chapala y, muy cerca, las tierras donde se organizó el primer asentamiento que hoy se conoce con el nombre de Guadalajara, en honor a la ciudad española.
Como toda ciudad que se respete ésta también tiene una leyenda, según la cual, después de tres intentos, una mujer, Beatriz Hernández, de las pocas que acompañaban a los vecinos de la villa, decidió la historia. Sesenta y tres familias europeas la apoyaron para vivir en un punto del valle de Atemajac. Las dudas volvieron y trataron de buscar otro lugar más cerca del agua. Cristóbal de Oñate sacó un cuchillo y lo clavó en un árbol que tenía frente a él y declaró fundada la ciudad. El desorden pasó cuando Hernández pidió silencio, agarró un gallo callejero y gritó: ``Gente, aquí nos quedamos, por las buenas o las malas y el rey es mi gallo''.
El 10 de diciembre de 1560, Guadalajara pasó a ser capital de Nueva Galicia.
La avenida 16 de Septiembre y la avenida Juárez, en el centro, muy cerca de donde ocurrieron estos sucesos históricos, son el corazón de Guadalajara y el mejor lugar para iniciar un recorrido.
En ese punto la urbe se parte en cuatro sectores. Es una ciudad bellísima, de plazas con espacios amplios, carrozas con caballos y calles arborizadas que invitan a caminar.
Para comenzar: la catedral, el palacio de gobierno, el palacio municipal y el teatro Degollado; en su parte trasera está una placa que describe los detalles sobre la pintoresca fundación de la ciudad.
Las construcciones son obras de la arquitectura colonial. Luego están el templo San Francisco de estilo barroco y arte neoplateresco levantados por los religiosos franciscanos.
La capilla Aransazu guarda el retablo plateresco más importante de Jalisco. Caminando por la avenida Juárez llegamos al sector de influencia francesa a raíz del arribo de arquitectos galos quienes pusieron su impronta del siglo XIX y XX.
La ciudad se desarrolla y registra un avance hacia el poniente. ''Se levantaron casas más modernas con la arquitectura de ventanas grandes'', explica la escritora tapatía Laura Hernández.
No se pueden dejar de visitar: los murales de Orozco en el hospicio Cabañas y el museo regional junto a la catedral.
Guadalajara es un mundo de contrastes. Se pasa del Palacio de Hierro, una tienda de ultra lujos de marca a la calle Alvaro Obregón, en la zona de oriente, donde acude la gente popular. Allí es posible comprar un pantalón por 100 pesos mexicanos, equivalentes a $8.
En Jalisco ofrecen una excelente gastronomía. Para un plato de comida típica mexicana hay que ir a la posada San Miguel, que antes fue un convento y lo
remodelaron.
En La Chata, calle Corona entre 16 de Septiembre y López Cotilla, hornean un pollo muy sabroso, conocido como ''a la Valentina'', servido con cebolla y chile, y papitas doradas, por un valor de 70 pesos mexicanos, $6. En Karnes Garibaldi, en la avenida Mariano Otero, frente a Plaza del Sol, tienen otro plato exquisito, a base de sopa con carnes asadas, frijoles y tocino, y verduras a precios populares, igualmente.•