domingo, 6 de abril de 2014

Marsella, puerta de culturas del sur de Francia

ENRIQUE CÓRDOBA.- ESPECIAL/EL NUEVO HERALD.- El viajero que llega a Marsella, la segunda ciudad más poblada de Francia y meca del turismo internacional, no puede dejar de abordar un barquito en el Vieux-Port y visitar la isla de If. Se trata de una isla de tres hectáreas que está en la bahía, a tres kilómetros y medio del puerto. Allí hizo escala en 1516 un buque portugués que transportaba desde Lisboa hasta Roma al famoso rinoceronte indio que el rey Manuel I de Portugal ofreció al papa León X. Rinocerontes y elefantes eran tan extraños en Europa que Francisco I de Francia visitó este lugar con su corte para poder verlo. Basado en este hecho el Premio Nobel de Literatura portugués José Saramago publicó en el 2009 la novela El viaje del elefante. Más tarde y para proteger a Marsella de los asedios enemigos, el rey ordenó construir una fortaleza que fue edificada en el año 1527 aprovechando piedras de iglesias y conventos en ruinas. Más tarde, el Catillo de If se convirtió en prisión y allí estuvieron encerrados el Conde de Mirabeau, políticos de todas las tendencias y el capitán Chataud, acusado de traer la peste a Marsella en 1720. Alejandro Dumas se inspiró en el monje indoportugués José Custodio Faria, pionero del hipnotismo científico, para su novela clásica de 1840, El Conde de Montecristo, y en sus páginas sitúa al Abate Faria encarcelado en esta estratégica isla. A poca distancia, al oeste de If, está Pomegués, una isla de 100 habitantes en el archipiélago Frioul, que en verano alberga 3,000 visitantes que la invaden para disfrutar del sol, la brisa y el paisaje mediterráneo. “Estoy aquí porque mi papá, que era español de Canarias, hizo la guerra con los republicanos y la perdió”, dijo Juan Montes, en la puerta de su casa en Frioul. Tenía derecho a nacionalizarse, pero conservó su ciudadanía española en su casa al lado de Marsella. “Ahí viví yo hasta que vine a Frioul. Vivo tranquilo con gente como yo; soy francés con sangre española”. Mi viaje de Miami a Marsella en la aerolínea Air France, con escala en París, me acercó a la herencia romana, las suaves colinas de viñedos, gastronomía, puertos, la vida silvestre de la Camarga y los paisajes que cautivaron a Cézanne, Van Gogh y Chagal, en Arles, Aix-en-Provence y Marsella. MARSELLA EPICENTRO CULTURAL La historia de Marsella se inicia con la llegada de marineros griegos en el año 600 a.C. Desde entonces el puerto ha sido un imán para los inmigrantes. Mosaico vivo de diversas culturas que se expresan en las calles, barrios, restaurantes, mercados y el comercio. Un tercio de la población es de origen italiano, además hay importantes comunidades de corsos, españoles, rusos, armenios, árabes del Magreb, turcos, comoranos, chinos y vietnamitas. Para conocer el rico pasado de Marsella póngase zapatos cómodos, ubíquese en el viejo puerto y diríjase a Le Panier, por la subida Des Accoules. En ese barrio en lo alto del puerto vivieron pescadores, armadores y los inmigrantes. Tiene el aspecto de un museo medieval al aire libre de plazas y callecitas, y alberga a trabajadores de clase media. En sus empinadas calles se pueden visitar iglesias, chocolaterías, jabonerías, vinerías, bares, cafeterías, talleres de artistas y restaurantes como el popular Chez Etienne. “Pizzaría”, dice a la entrada, el letrero en el 43 rue Lorette. El plato típico de Marsella es la boullabaisse, “una sopa de varios tipos de pescados, tomates, vino blanco, hinojo y azafrán”, explicó el chef Christian Buffa, quien la preparó en su restaurante Miramar. El Grand Hotel Beauvau, en el viejo puerto, donde pude divisar la Catedral de Notre Dame de la Garde y la bahía desde una ventana de mi cuarto, tuvo como huéspedes a figuras como: George Sand, Chopin, Lamartine, Merimeé y Paganini. Marsella fue capital europea de la cultura en el 2013, y para el 2014 es el gran destino turístico del Mediterráneo. LA PROVENZA PARA VACACIONES Aix-en-Provence seduce al turista por su elegancia, cocina refinada, fuentes, museos, hermosas mansiones aristocráticas con puertas esculpidas y numerosas actividades culturales. El paseo Mirabeau es la avenida que conecta la ciudad vieja con el distrito moderno. “Esta avenida es de 1646 y era la vía de las carrozas”, explicó Marie-Chantal Moreau, nuestra guía. “La moda era tener una casa aquí”. En una esquina se ve la primera casa construida por la nobleza y dos cuadras atrás el liceo donde iniciaron su amistad desde la niñez el pintor Paul Cezzane y el escritor Emile Zola. Sobre la avenida, oficinas, tiendas elegantes y cafés. En una terraza se lee: 1792 Les Deux Garcons, este era el café que frecuentaba Paul Cézanne en el siglo XIX y Picasso en el XX. Cézanne, nacido aquí en 1839 es icono de la ciudad. Con un mapa y siguiendo las señas en el piso de la calle es posible seguir su rastro y visitar los sitios donde estuvo el padre de la pintura moderna. En Aix-en-Provence, ciudad universitaria de 70,000 estudiantes, se respira un ambiente de juventud. Acudir a un día de mercado es un deleite de olores y colores: frutas, quesos, verduras, pescados, flores, dulces, es algo maravillosos. Salir a buscar restaurantes, en la noche, es un encuentro con turistas, gente local y la alegría de la juventud. Tanto en el centro de Aix como en el campo, los hoteles ofrecen un estilo de vida provenzal que muestra su inigualable encanto. ARLES, JOYA HISTÓRICA Arles es un enclave artístico, emporio griego, ciudad romana, foco del cristianismo, próspero centro agrícola, puerto fluvial sobre el Ródano y cruce de caminos. La Plaza de la República con la iglesia de Saint Trophime y el Ayuntamiento son el centro vital. El Anfiteatro, las Termas, el Foro y el Circo,son atractivos de la ciudad. Van Gogh pintó más 300 cuadros en Arlés. Viaje a la Provenza. Esta es una maravillosa región de Francia.• enriquecordobar@gmail.com Read more here: http://www.elnuevoherald.com/2014/04/05/1718401/marsella-puerta-de-culturas-del.html#storylink=cpy