martes, 23 de junio de 2009

ENRIQUE CORDOBA: Cuando los amigos se van

ENRIQUE CORDOBA: Cuando los amigos se van
By ENRIQUE CORDOBA
Cuando se nos van amigos como el periodista, abogado, historiador y diputado nacional José Ignacio García Hamilton, quien falleció en la madrugada del jueves en Buenos Aires, a los 65 años de edad, víctima de un cáncer que se lo llevó en pocos meses, a uno le queda el vacío de un diálogo inconcluso.
García Hamilton, con Carlos Alberto Montaner y Plinio Apuleyo Mendoza, fueron los encargados de clausurar la Feria del Libro de Miami, en el 2008, debatiendo en un panel sobre las realidades de Latinoamérica.
De grandes convicciones democráticas, el año pasado, en el aeropuerto de La Habana el gobierno le impidió entrar a la isla. Sin embargo era un hombre que sabía respetar a quienes no pensaban como él.
''Estoy terminando un libro sobre la vida de Juan Domingo Perón'', me escribió hace dos semanas, en el último correo que me respondió.
Nuestra amistad nació hace una década con motivo de sus frecuentes viajes a Miami invitado como conferencista de la Universidad Internacional de la Florida, medios de comunicación y otros centros académicos del país.
Aquí presentó sus libros Vida de un ausente, sobre Juan Bautista Alberdi; Cuyano alborotador, sobre Domingo Faustino Sarmiento; Don José, acerca de José de San Martín; Simón, vida de Bolívar.
Para responder del caso de Argentina, un país exitoso en 1920 y en caída en 1958, este autor escribió el libro Por qué crecen los países.
En una entrevista en Radio Caracol, en noviembre del 2008, acompañado del profesor de FIU Guillermo Lousto, el economista Guillermo Yeats y el periodista Rodolfo Windhausen, García Hamilton dijo: ``Argentina crece cuando el ideal de hombre que quiere crear la Constitución es de paz y de trabajo. De trabajo porque veníamos de un trabajo forzoso, del sistema de encomienda, donde el obligado al trabajo rechazaba la tarea y el amo se acostumbraba a la ociosidad. Y de paz porque veníamos de la guerras coloniales y de la guerras civiles como tuvimos todos los países hispanoamericanos después de la independencia. Con ese ideal el país creció''.
Su visión de los problemas de hoy eran muy precisos: ``No tenemos una economía competitiva donde el empresario que triunfa es el que produce buenos productos a bajos precios, que es la esencia del capitalismo. El que estudia el mercado y produce buenos bienes a un precio conveniente, triunfa. Y si los hace malos o a precios altos, es derrotado por el mercado y se funde''.
``En cambio en América Latina las ganancias vienen de un buen contacto con el Estado, con el presidente, y los empresarios tienen esa cultura lamentablemente. Los empresarios ganan dinero a través de los mercados cautivos o de restricciones a la competencia que les crea el propio gobierno''.
No hay frontera para que los amigos se vayan. En tiempos de juventud en el final ni se piensa. Por ley de vida hay un momento en el que la generación se va desgranando como una mazorca. Uno a uno todos se van yendo sin despedirse. Y es que nadie se despide, como si nadie quisiera irse. Orlando Naranjo tenía la costumbre de levantarse a las cinco de la mañana, tomar café y leer los obituarios. ''Orlando se viste y va a las funerarias todos los días'', me comentó su esposa, ``porque siempre encuentra la noticia de la muerte de un amigo''.
Esto fue hace años y asistíamos a una reunión nacional de periodistas hispanos en un hotel de la playa.
Creo que la amistad es el verdadero tesoro de la vida y como pensaba Aristóteles, una gran necesidad.
Es cierto que la vida se acaba, después lo que queda es el sentido que se dio a esa vida. José Ignacio llenó su maleta de vivencias y de curiosidad histórica, pero vivió con alegría. Así lo recordaremos.

La isla preferida por las mujeres solas

La isla preferida por las mujeres solas

By ENRIQUE CORDOBA
Especial/El Nuevo Herald

En materia de playas no hay como el Caribe, y si viajamos a Grand Cayman, un territorio de ultramar dependiente de la Gran Bretaña, llegamos a una isla que deslumbra por la arena blanca y los tonos azulados de sus aguas cristalinas. Aquí también hay una preciosa franja de siete millas de playas bien cuidadas, a la orilla del mar, con imponentes hoteles y afamados restaurantes. Debido a su ambiente seguro es un lugar favorito para mujeres que acostumbran viajar solas y ejecutivos de altos ingresos de Estados Unidos.
Además de ser santuario fiscal de bancos internacionales --hay más de 600 bancos-- y refugio de capitales --40,000 corporaciones registradas--, la isla es un verdadero paraíso para quien programe aislarse del bullicio y quiera dedicar las vacaciones a la playa y el ocio en un ambiente cómodo y confiable.
Las Islas Caimán fueron descubiertas por Cristóbal Colón durante su cuarto viaje a América, en 1503. Francis Drake, el más temido de los piratas ingleses que atacó varias ciudades --entre ellas Panamá, Cartagena y San Agustín-- no podía dejar de lado a esta isla y también arremetió contra ella en 1586. Fue Drake quien las bautizó como Islas Caimán y estuvieron bajo ocupación inglesa en la guerra angloespañola de 1655.
Son tres ínsulas: Grand Cayman, Brac Cayman y Little Cayman, ubicadas en el Caribe occidental entre Cuba, Jamaica y el litoral de Honduras. Por esta razón se ha producido una notoria inmigración de hondureños, la principal comunidad latinoamericana en la isla. Los hondureños trabajan en la industria de la construcción, atienden casas de viajeros y sirven en los hoteles.
La población de las tres islas es de aproximadamente 80,000 habitantes distribuidos en West Bay, Bodden Town, East End, North Side y George Town, la capital, una pequeña ciudad de casas de colores vivos y almacenes para turistas. Al frente está el punto donde paran los cruceros de turistas que hacen travesía por el Caribe.
Stingray City, a media hora de la costa en el mar, ofrece una de las atracciones más singulares para turistas amantes de aventuras nuevas. Es un lugar para nadar, practicar buceo y jugar con centenares de mantarrayas. El catamarán se estaciona por un buen tiempo en medio del mar que allí no es profundo. Los pasajeros se lanzan al agua cristalina y tibia entre mayo y octubre y disfrutan entre animales que en otro momento infunden terror. El guía entrena a quien desee para tener la experiencia de cargar en sus brazos y juguetear con una mantarraya de un metro y medio de largo.
El clima tropical marino y las oportunidades de trabajo en hotelería y turismo influyen para conquistar empleados de muchos lugares del mundo. En el hotel Marriot, por ejemplo tuve la suerte de contabilizar 20 nacionalidades diferentes en el personal de trato con el público. Desde el gerente de origen argentino hasta un corso en el restaurante, un indio de chef y un cubano en el piano.
Grand Cayman no es una isla de bajos precios ni muchas actividades para realizar, pero sí para descansar, asolearse en una de las mejores playas del Caribe, e ir a magníficos restaurantes a cenar rodeados de una atmósfera romántica a la orilla del mar.•

miércoles, 10 de junio de 2009

Apego a los libros y Pedro Yanes

Apego a los libros y Pedro Yanes
By ENRIQUE CORDOBA
Imagino --porque me está ocurriendo-- que sólo cuando uno se va llenando de años descubre que tiene un montón de libros, fajos de papeles y colecciones de revistas que no puede leer --aunque lo desea-- porque el tiempo es cada vez más escaso.
En ese momento nos damos cuenta de lo corta que es la vida. Los días no tienen suficientes horas para disfrutar la lectura, la música y los viajes. Falta más tiempo para hacer tertulia con los amigos y producir dólares al mismo tiempo, con el fin de sobrevivir dignamente en tiempos inesperados.
Montones de libros esperan pacientemente en los anaqueles y nos miran desde hace años. Hay temas del conocimiento humano que nos persiguen y queremos estudiarlos con seriedad. Mientras tanto seguimos visitando cuanta librería se nos cruza en el camino, para comprar más títulos que se suman al inventario.
No sé si padezco de alguna adicción, de la que --a la hora de la verdad-- dudo si me interesaría curarme, porque no hay nada más exitante que entrar a nuevas o conocidas librerías y hojear lo publicado; acariciar un libro producen una sensación gratificante. Manolo Salvat, Raquel Roque y Eduardo Durán, libreros de Miami, lo pueden explicar.
Víctima de ese apego, tengo volúmenes que me acompañan desde mi primera juventud y, negándome a abandonarlos, han compartido mi vida itinerante por varias ciudades de Colombia --primero-- y luego en los países donde he tenido la suerte de vivir. Soy de los que por espíritu aventurero, oficio diplomático y curiosidad periodística he vivido, trabajado y hecho mercado en los cinco continentes, como diría mi paisano el escritor David Sanchez Juliao.
De la época de mi infancia trasteo desde Lorica, por ejemplo, los treinta tomos de El tesoro de la juventud, y El mundo pintoresco, de W.M. Jackson Editores, ``planeado para suministrar al lector que no tiene los medios, la ocasión o el humor de viajar, la oportunidad de ver a través de la cámara fotográfica y de los ojos ajenos lo que de otro modo no habría podido contemplar''.
Diez años después de haberme radicado en Miami --en febrero completé veintidos-- todavía traía mezclado entre la ropa, maletas cargadas de libros de consulta o a medio leer, que me resisto a dejar.
''Guárdelas, que ya voy por ellas'', le contesto a mi tía Blanca, en Bogotá, cuando hablo con ella y me pregunta: ¿Qué hago con esas cajas?'' Se trata de colecciones del magazine dominical del diario El Espectador y El Tiempo que conservo porque contienen artículos y reportajes valiosos de la literatura de los sesenta y setenta. No boto esas cajas que esperan debajo de las camas de algunos familiares porque estoy seguro que los archivos me proporcionarán el reencuentro con agradables lecturas y me darán tema para escribir crónicas inolvidables.
Una de las reliquias que conservo aquí en Miami es la revista Cuadernos número 65 de octubre de 1962, editada en el 16, Avenue de l'Opera de Paris. El consejo de honor lo integraban Germán Arciniegas, Eduardo Barrios, Américo Castro, Rómulo Gallegos, Salvador de Madariaga, Francisco Monteverde, Francisco Romero, Luis Alberto Sánchez, Eduardo Santos y Erico Verissimo. Director, Julián Gorkin; redactor jefe, Ignacio Iglesias; miembros de la redacción Alberto Baeza Flores y Damián Carlos Bayon. En este ejemplar uno de los colaboradores es: Luis Aguilar León, ``joven intelectual, profesor de literatura latinoamaricana en la Columbia University de Nueva York''.
La publicación me la facilitó un día del siglo pasado el cubano Pedro Yanes, que reside entre autores, en Key Biscayne.
Desde la monumental librería Las Américas, Pedro fue el mayor difusor del pensamiento y libros en español que existió en Nueva York. De Cuadernos, Heberto Padilla, J.J. Armas Marcelo, Vicente Echerri y el lugar frecuentado de Union Square, en Manhattan, escribiré próximamente.
A propósito, ¿no será hora de hacerle un reconocimiento al librero Pedro Yanes?

Paseo en Kingston y atardecer en Negril

Nuestra Amrica
Paseo en Kingston y atardecer en Negril
By ENRIQUE CORDOBA
Especial/El Nuevo Herald
Cuando se piensa en viajar a Jamaica llegan las imágenes de la belleza de sus playas, la caída del sol en el horizonte y el mar de colores que invitan al disfrute de la naturaleza.
Todo es cierto, pero esta isla de 240 kilómetros de largo y 80 de ancho --la tercera en extensión en el Mar Caribe--, tiene múltiples atractivos para los visitantes.
El legado como ex colonia británica está presente en el idioma, la norma de conducir por la izquierda y otros valores culturales, como las mansiones donde residieron los magnates del azúcar y el ron.
La gente es parte del paisaje de Jamaica. Su población es una mezcla de africanos traídos para laborar en las plantaciones de azúcar, y de habitantes de ascendencia india, árabe, china y europea. Entre los europeos figuran los descendientes de corsarios y piratas que todavía enriquecen las leyendas de la isla.
A Kingston, la capital --fundada en 1692-- y sede del gobierno, debe ir quien se apasione por el pasado y la cultura de una ciudad que ha sido cruce de lo caribeño, lo africano y lo latinoamericano.
Lo ideal es hacer una caminata por sus calles, edificios y monumentos históricos para mezclarse con sus gentes que siempre llevan una sonrisa en los labios o van entonando una melodía de reggae.
Kingston es una ciudad trepidante, calurosa y llena de ruidos que junta la gestión de la burocracia oficial con el movimiento comercial marítimo.
Además del sector histórico se ha desarrollado un área moderna de amplias avenidas, con torres comerciales, centro de convenciones y zonas residenciales.
El recorrido por la ciudad debe incluir la Nacional Gallery y el Parque Nacional de los Héroes, transformado en jardín botánico con monumentos donde descansan algunos patricios. Los más visitados son la tumba del periodista Marcus Garvey, defensor de los derechos de los negros, y la del líder Norman Manley. En este parque tuvo lugar además un famoso concierto de Bob Marley, el Smile Jamaica Concert en 1976. Los guías aconsejan entrar al museo de Bob Marley para ver documentales sobre su vida y escuchar sus éxitos musicales.
El destino final de mi viaje a Jamaica fue la villa Round Hill, cerca de Montego Bay, en el oeste de la isla.
El paisaje desde la terraza de mi cabaña sobre la colina de una pequeña ensenada sembrada de cocoteros y exóticas playas, no podía ser mejor.
En la noche se iluminaba con las luces de los caseríos que circundan el idílico complejo hotelero diseñado hace 20 años por Ralph Lauren para su esposa Rick.
De Montego Bay rumbo a occidente, transitando por la carretera que bordea el mar, se llega a Negril después de pasar por una docena de pintorescos pueblitos de pescadores.
En Negril no puede dejar de visitar Long Bay, que cuenta con 12 millas de extraordinarias playas de arena blanca y aguas cristalinas y de tonos azul y verde. Es un sitio ideal para los deportes marítimos, por lo que abundan las empresas de submarinismo, buceo y excursiones en botes y catamarán.
Los atardeceres más famosos de Negril se esperan en Rik's Café, escuchando reggae en vivo, tomando fotos espectaculares y compatiendo con gentes de todo el mundo.
Al levantarse no hay nada más sabroso que saborear el excelente café jamaiquino Blue Montain contemplando el mar, sentado en una hamaca, frente a la playa.•