miércoles, 30 de abril de 2014

El tren y el presidio del fin del mundo

ENRIQUE CÓRDOBA ESPECIAL/EL NUEVO HERALD Al pie de Usuhaia, la ciudad más austral del continente americano, flanqueada por las últimas montañas andinas, el cielo azul y las aguas del Canal de Beagle, se encuentra la estación del Tren del Fin del Mundo con su vieja locomotora y los vagones cargados de leyendas. El ambiente es de naturaleza pura. Pistas de esquí, el parque natural y la cordillera al fondo. Es uno de los referentes geográficos más cautivadores de la Argentina donde los visitantes se tropiezan con decenas de curiosos por conocer las cercanías al Polo Sur y la Antártida. Una joven invita al turista a una fotografía al frente del edificio del Ferrocarril Austral Fueguino. Por el estilo y el uso de la madera parece una construcción de los Alpes suizos, austríacos o alemanes. Al lado las banderas de varios países resistiendo el golpe de la brisa fría, grupos de excursionistas de todo el mundo siguen llegando para embarcarse y hacer el recorrido de una hora en la locomotora y los vagones que reconstruyen la ruta centenaria. El tren avanza mientras una voz en español, inglés y portugués explica su historia escalofriante. Trescientos ochenta calabozos con muros de piedra de 60 centímetros. “Los presos que estaban en el presidio, fueron los mismos que lo construyeron”. La idea surgió en tiempos del presidente Julio Argentino Roca, quien inspirado en Inglaterra y Australia, construyó la colonia penal de Usuhaia entre 1884 y 1889. En un comiezo tuvo propósitos militares con una población que sumó 13,000 personas, de ellos solo 2,000 civiles. El tren y la cárcel nacieron el uno para el otro. El ingeniero napolitano Castello Muratgia, segundo director del penal, puso a funcinar el trencito sobre 17 kilómetros de vías para traer leña del bosque. La difíciles condiciones del clima y la lejanía geográfica fueron motivos de seguridad para enviar hasta ese penal a criminales de alta peligrosidad. Más tarde fue prisión de presos políticos y celebridades como escritores y hasta el propio Carlos Gardel. Ahora funcionan dos museos: el marítimo y el del presidio con sus celdas, camas, imágenes en cera de los presos con sus uniformes de color azul y amarillo. Son los mismos colores de la bandera sueca y del uniforme del Boca Juniors de Buenos Aires. El presidio convertido en museo tiene una cuidada documentación, archivos fotográficos y recuerdos de una banda de música integrada por los reclusos. Cayetano Santos Godino, alias Petiso Orejudo, fue el recluso más famoso. Se trataba de un psicópata autor de los primeros asesinatos en serie de Argentina. Otro prisionero célebre fue el anarquista Simón Radowitzky, condenado por matar en 1909 al jefe de la policía. Dejó de ser centro de reclusión en 1947 y pasó a ser lugar de interés turístico. La gastronomía de Usuhaia es rica en carnes, pescados, centolla, merluza negra y cordero. Es muy aprecida la cazuela de conejo. En la buena mesa no faltan los vinos nacionales y los alfajores.• Read more here: http://www.elnuevoherald.com/2014/04/19/1728502/el-tren-y-el-presidio-del-fin.html#storylink=cpy

domingo, 6 de abril de 2014

Marsella, puerta de culturas del sur de Francia

ENRIQUE CÓRDOBA.- ESPECIAL/EL NUEVO HERALD.- El viajero que llega a Marsella, la segunda ciudad más poblada de Francia y meca del turismo internacional, no puede dejar de abordar un barquito en el Vieux-Port y visitar la isla de If. Se trata de una isla de tres hectáreas que está en la bahía, a tres kilómetros y medio del puerto. Allí hizo escala en 1516 un buque portugués que transportaba desde Lisboa hasta Roma al famoso rinoceronte indio que el rey Manuel I de Portugal ofreció al papa León X. Rinocerontes y elefantes eran tan extraños en Europa que Francisco I de Francia visitó este lugar con su corte para poder verlo. Basado en este hecho el Premio Nobel de Literatura portugués José Saramago publicó en el 2009 la novela El viaje del elefante. Más tarde y para proteger a Marsella de los asedios enemigos, el rey ordenó construir una fortaleza que fue edificada en el año 1527 aprovechando piedras de iglesias y conventos en ruinas. Más tarde, el Catillo de If se convirtió en prisión y allí estuvieron encerrados el Conde de Mirabeau, políticos de todas las tendencias y el capitán Chataud, acusado de traer la peste a Marsella en 1720. Alejandro Dumas se inspiró en el monje indoportugués José Custodio Faria, pionero del hipnotismo científico, para su novela clásica de 1840, El Conde de Montecristo, y en sus páginas sitúa al Abate Faria encarcelado en esta estratégica isla. A poca distancia, al oeste de If, está Pomegués, una isla de 100 habitantes en el archipiélago Frioul, que en verano alberga 3,000 visitantes que la invaden para disfrutar del sol, la brisa y el paisaje mediterráneo. “Estoy aquí porque mi papá, que era español de Canarias, hizo la guerra con los republicanos y la perdió”, dijo Juan Montes, en la puerta de su casa en Frioul. Tenía derecho a nacionalizarse, pero conservó su ciudadanía española en su casa al lado de Marsella. “Ahí viví yo hasta que vine a Frioul. Vivo tranquilo con gente como yo; soy francés con sangre española”. Mi viaje de Miami a Marsella en la aerolínea Air France, con escala en París, me acercó a la herencia romana, las suaves colinas de viñedos, gastronomía, puertos, la vida silvestre de la Camarga y los paisajes que cautivaron a Cézanne, Van Gogh y Chagal, en Arles, Aix-en-Provence y Marsella. MARSELLA EPICENTRO CULTURAL La historia de Marsella se inicia con la llegada de marineros griegos en el año 600 a.C. Desde entonces el puerto ha sido un imán para los inmigrantes. Mosaico vivo de diversas culturas que se expresan en las calles, barrios, restaurantes, mercados y el comercio. Un tercio de la población es de origen italiano, además hay importantes comunidades de corsos, españoles, rusos, armenios, árabes del Magreb, turcos, comoranos, chinos y vietnamitas. Para conocer el rico pasado de Marsella póngase zapatos cómodos, ubíquese en el viejo puerto y diríjase a Le Panier, por la subida Des Accoules. En ese barrio en lo alto del puerto vivieron pescadores, armadores y los inmigrantes. Tiene el aspecto de un museo medieval al aire libre de plazas y callecitas, y alberga a trabajadores de clase media. En sus empinadas calles se pueden visitar iglesias, chocolaterías, jabonerías, vinerías, bares, cafeterías, talleres de artistas y restaurantes como el popular Chez Etienne. “Pizzaría”, dice a la entrada, el letrero en el 43 rue Lorette. El plato típico de Marsella es la boullabaisse, “una sopa de varios tipos de pescados, tomates, vino blanco, hinojo y azafrán”, explicó el chef Christian Buffa, quien la preparó en su restaurante Miramar. El Grand Hotel Beauvau, en el viejo puerto, donde pude divisar la Catedral de Notre Dame de la Garde y la bahía desde una ventana de mi cuarto, tuvo como huéspedes a figuras como: George Sand, Chopin, Lamartine, Merimeé y Paganini. Marsella fue capital europea de la cultura en el 2013, y para el 2014 es el gran destino turístico del Mediterráneo. LA PROVENZA PARA VACACIONES Aix-en-Provence seduce al turista por su elegancia, cocina refinada, fuentes, museos, hermosas mansiones aristocráticas con puertas esculpidas y numerosas actividades culturales. El paseo Mirabeau es la avenida que conecta la ciudad vieja con el distrito moderno. “Esta avenida es de 1646 y era la vía de las carrozas”, explicó Marie-Chantal Moreau, nuestra guía. “La moda era tener una casa aquí”. En una esquina se ve la primera casa construida por la nobleza y dos cuadras atrás el liceo donde iniciaron su amistad desde la niñez el pintor Paul Cezzane y el escritor Emile Zola. Sobre la avenida, oficinas, tiendas elegantes y cafés. En una terraza se lee: 1792 Les Deux Garcons, este era el café que frecuentaba Paul Cézanne en el siglo XIX y Picasso en el XX. Cézanne, nacido aquí en 1839 es icono de la ciudad. Con un mapa y siguiendo las señas en el piso de la calle es posible seguir su rastro y visitar los sitios donde estuvo el padre de la pintura moderna. En Aix-en-Provence, ciudad universitaria de 70,000 estudiantes, se respira un ambiente de juventud. Acudir a un día de mercado es un deleite de olores y colores: frutas, quesos, verduras, pescados, flores, dulces, es algo maravillosos. Salir a buscar restaurantes, en la noche, es un encuentro con turistas, gente local y la alegría de la juventud. Tanto en el centro de Aix como en el campo, los hoteles ofrecen un estilo de vida provenzal que muestra su inigualable encanto. ARLES, JOYA HISTÓRICA Arles es un enclave artístico, emporio griego, ciudad romana, foco del cristianismo, próspero centro agrícola, puerto fluvial sobre el Ródano y cruce de caminos. La Plaza de la República con la iglesia de Saint Trophime y el Ayuntamiento son el centro vital. El Anfiteatro, las Termas, el Foro y el Circo,son atractivos de la ciudad. Van Gogh pintó más 300 cuadros en Arlés. Viaje a la Provenza. Esta es una maravillosa región de Francia.• enriquecordobar@gmail.com Read more here: http://www.elnuevoherald.com/2014/04/05/1718401/marsella-puerta-de-culturas-del.html#storylink=cpy