martes, 22 de marzo de 2016

LA HABANA, EN BUSCA DEL POLLO PERDIDO

Después de volver hace un mes de La Habana no la recuerdo como en realidad es, sino como me la hicieron sentir los cubanos con los que la compartí. En Centro Habana un hombre me dijo: “El pollo del arroz con pollo no se ha resuelto”. Acto seguido agregó: “No lo ves; el pollo es el que estamos buscando”. La amable y culta señora que nos preparó el desayuno el primer día, en el Vedado, aclaró: “De la familia no se habla mal y usted debe entender eso”. Era domingo, el cielo plomizo, el barrio en quietud y por la ventana se divisaban los techos oxidados de las casas arruinadas de lo que fue una imponente ciudad. Habíamos desayunado y ante la insistencia dijo: “Hemos pasado por muchas crisis. Aunque mucha gente quiere ayudar, muchos quieren aprovecharse y eso es lo que más perjudica a nuestro país”. “No creo que sea un problema del sistema, es de la gente y a muchos niveles”. Para esta señora, que además de educadora se dedica a la escultura “lo mas importante es la forma de ser del cubano que a pesar de todo sale adelante”. Comentó: “He sabido que en México se recogen y no salen porque los matan”. “Aquí uno puede salir de tarde, de madrugada, de noche, no pasa nada. Hay ladrones, como en cualquier lugar, pero hay seguridad”, afirmó vehemente. EN CENTRO HABANA UN HOMBRE ME DIJO “EL POLLO DEL ARROZ CON POLLO NO SE HA RESUELTO”. ACTO SEGUIDO AGREGÓ: “NO LO VES; EL POLLO ES EL QUE ESTAMOS BUSCANDO”. Al preguntarle sobre los jóvenes, dijo que las generaciones van cambiando. “Mi hija tiene otros valores, otros intereses”, opinó. “No les interesa ser guardias de los CDR, los Comités de Defensa de la Revolución”, aseveró. “La juventud está a la expectativa”, me comentó en otro lugar otro interlocutor. Veo que los muchachos hablan más abiertamente de los problemas de Cuba, manifesté a un vendedor de tabacos y ron. “Es que los jóvenes ya no tienen miedo, no tienen nada que perder”, anotó. En Cuba todo el mundo está hablando. Con discreción relatan su angustia, entre cigarrillos, cervezas Bucanero y saber entender el drama humano que vive la isla. “Gano 450 pesos al mes, fumo un paquete diario, los cigarrillos me cuestan 0.50 CUC: la mitad del sueldo se me va en cigarrillo”, me confesó un artista. Después de la quinta cerveza me levanto y voy al baño del bar, a pocas cuadras de la Casa de las Américas. Regresé y comenté que encontré el inodoro inservible y con mal olor, y el lavamanos con la llave partida para que salga el agua. “Estamos en Cuba”, afirma uno de los amigos con quienes compartíamos copas. “Es por el bloqueo” remata otro con sarcasmo. “El bloqueo mental”, que nos tiene agobiados, puntualizó. —Qué opinan de la visita de Obama?, pregunté. —Estoy de acuerdo con el acercamiento, responde uno de los amigos. Es la única forma de que haya cambios. El embargo no ha funcionado, la historia lo ha demostrado, manifestó. Al día siguiente tropecé con un hombre que me fustigó por simpatizar con el imperialismo. “Dieciséis millones de niños duermen en la calle todas las noches”, expresó. “Ninguno de ellos es cubano”, exclamó. “Hacemos elecciones, tenemos nuestra propia forma de interpretar nuestra democracia”, argumentó. “Aquí no nos vienen a dar lecciones de política, ni a imponernos su estilo de democracia. No claudicaremos”. “Ya es hora de cambio”, opinó el taxista que me transportó al Castillo del Morro. Según el conductor “La Habana no aguanta más”, como dicen los Van Van, añadió. —¿Es cierto que la salud y la educación son conquistas de la revolución? —La salud se basa en buena alimentación, que aquí no hay. Higiene y medicinas, no se consiguen. Educación?, cuestionó. Yo tengo cuatro hijos, aseguró. Los educamos para que se vayan. Aquí ganan $20 al mes. A Miami la odio y la quiero, declaró Dianelis, una joven escritora, cerca del Parque Víctor Hugo. Me enseñaron a odiarla en la escuela, y hoy me visto y me provee para vivir. Mi tía y mi hermana viven en Miami y me ayudan. En tono irónico un compañero de Dianelis agregó: “Que manden más que vamos ganando”. Jorge Magdalena, pasajero del vuelo de regreso a Miami, celebró la visita de Obama y los acuerdos para que otras aerolíneas viajen a Cuba y se abaraten los boletos. “Cada vuelo charter deja $40,000 de utilidad”, son unos de los que se benefician con el embargo y no quieren que las cosas cambien. Read more here: http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/opinion-sobre-cuba/article66890867.html#storylink=cpy

jueves, 17 de marzo de 2016

TRES COLOMBIANOS EN LA HABANA

ENRIQUE CÓRDOBA El vuelo Miami-La Habana es de 40 minutos pero el viaje se demora 12 horas. El charter de VaCuba/Aruba Airlines no sale a tiempo. La Habana es una ciudad detenida en el tiempo. Pasan por mi cabeza imágenes de lo que debió ser esa metr​ó​polis en los 60, con el ambiente, la música y el desparpajo de los cubanos. Bulevares amplios, palmeras y grandes residencias. En las calles automóviles Chevrolet, Buick, Ford, Oldsmobile de los 40 y 50s. Por ley nadie acepta dólares, aunque encuentra uno algunas excepciones. “El dólar aquí no vale”, es la letanía que se escucha en todas partes. Hay que cambiarlos en oficinas del gobierno denominadas CadeCa. Tasa de cambio 0.87 de CUC por dólar. Así los extranjeros debemos pagar todo en CUC. En contraste, los locales utilizan el peso cubano que equivale a 24 pesos por dólar. Subirse a una “guagua” cuesta un peso cubano y la comida en las cafeterías dos pesos. Con CUC todo es demasiado caro y con peso cubano, todo es demasiado barato. Una comida en un paladar para extra​njeros puede costar de 10 a 17 CUC. Un taxi entre 5 y 10 CUC. En síntesis pagar en CUC es demasiado c​ostoso y en peso cubano demasiado barato. Tampoco reciben las tarjetas de crédito emitidas por bancos de Estados Unidos. Pero sí reciben tarjetas emitidas en Italia y España. Viajo con el novelista Armando Caicedo y el poeta John Jairo Palomino, de la Fundación Memoria Cultural, invitados a la Feria del Libro de La Habana. Un puente cultural de autores colombianos de Miami: Hombres de Palabra. Dos y tres presentaciones diarias, incluida una en Pinar del Río en la sede de UNEAC —Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba—, controlada por el Gobierno. “¿Qué ha cambiado desde que se firmó el acuerdo con Obama?”, pregunté a varias personas en distintas circunstancias. “Que esto mejore”, declaró un hombre, que aseguró ser padre de cuatro hijos y tener un nieto, en un bar en la Calle Obispo, de Habana Vieja. “Ya los cubanos hemos sufrido mucho”, añadió. “Están llegando turistas americanos”, dijo un taxista que abordé en el Centro Cultural Dulce María Loynaz, en el Vedado. “Si vienen turistas hay trabajo para los taxistas, restaurantes, hoteles”, agregó. El siguiente observó: “Obama se quedó corto”. “No ha cambiado nada”, manifestó con de​silu​si​ón. “Si fuera a cambiar, esto ya hubiera cambiado”, exclamó de inmediato. También pregunté: ¿Qué piensa de la reanudación de relaciones con Estados Unidos?. “Hay muy buenas perspectivas”, afirmó un señor de 80 años. Confesó haber sido oficial de la seguridad del estado y “cust​odio de la revolución”. “Lo primero que tienen que hacer es levantar el embargo; quitar el bloqueo”. “Los Estados Unidos siempre llenos de mentiras y falsedades”, expresó. “Tratan de atenuar las situaciones que ellos mismos han complicado”. Dijo: “pienso que si ellos adoptan las palabras que han dicho, si las cumplen, va a ser de gran beneficio para Cuba”. Tercer día, bajo un cielo limpio. Camino por 17 y E, cerca del Museo de Artes Decorativas. “En ese sector transcurrió mi adolescencia”, me había relatado la periodista Olga Connor durante un viaje que hicimos hace dos meses al Eje Cafetero. La Habana se desmorona en pedazos. Las casas reclaman pintura y mantenimiento. Mansiones coloniales, barrocas, Art Deco, Art Nouveau, eclécticas; grandes casas de estilo neoclásico, habitadas por familias premiadas por la revolución, se caen a pedazos. Siboney y Miramar, barrios de las embajadas, se conservan cuidados. El resto se ahoga en el descuido, falta de higiene y los malos olores. Comí en el Idilio, un “paladar” en el Vedado, que pudiera ser un restaurante de primera clase en la calle Ocho. Símbolo de los nuevos negocios de particulares. Son los ​“cuentapropistas”, que suman medio millón, uno de los cambios más visibles. Lo más tradicional y barato en La Habana es ir a comer helados al Coppelia y ver que por apenas cinco pesos cubanos, uno se come una bandeja de mantecada y vainilla. Lo simpático es que si va la familia alcanza para llenar un contenedor pl​ástico para llevar a casa. ​​Periodista de Radio Caracol. Autor de El Marco Polo de Lorica. enriquecordobar@gmail.com Read more here: http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/opinion-sobre-cuba/article62700372.html#storylink=cpy

EN LA HABANA ENTRE TAXISTAS

ENRIQUE CÓRDOBA Salí en la mañana ilusionado rumbo a la finca El Vigía, en San Francisco de Paula, a 12 kilómetros de La Habana, donde vivió Ernest Hemingway y escribió la famosa novela El Viejo y el Mar, que con el resto de su obra le valió el Nobel de Literatura en 1954. Pasé por San Miguel del Padrón y Luyanó y me acordé de Carlos Travieso, un vendedor de cocos de la Calle Ocho que me refirió historias de su pueblo, y Luis A. Díaz, productor de la programación en español del Canal 17 WLRN, quien fue monaguillo en Luyanó. A lado y lado de la carretera central, edificios de apartamentos decadentes, casas derruidas, y gente “inventando” para sobrevivir con salarios mensuales de 400 a 700 pesos cubanos. Un dólar equivale a 24 pesos cubanos. Pagué los siete dólares en la puerta y entré a la histórica finca escoltado por una decena de buses repletos de turistas canadienses, norteamericanos, ingleses y franceses, principalmente. “El volumen de turistas se ha incrementado en el ultimo año con la apertura de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos” dijo el guía. Vienen atraídos por la leyenda del autor de París era una fiesta. La propiedad conserva la atmósfera marinera con sus muebles, biblioteca, cuadros, la torre donde Hemingway se refugiaba a crear y bajo una enramada, la lancha Pilar, en la que el escritor solía irse de pesca al estrecho de la Florida o a tomarse sus mojitos en La Terraza de Cojímar. “El estudio me lo dio la revolución”, responde el taxista. “También puedo ir al médico, pero tengo que darle dinero para que me atienda”, agrega. Seguimos el recorrido y luego me ofrece tabacos y ron a menor precio que en las tiendas. Hablamos de la situación en la isla y confiesa que su hija, sicóloga, devenga 405 pesos cubanos. “Terminó la carrera pero no sirve para nada”, expresa desilusionado. “Se quiere ir para Miami, los jóvenes están frustrados. Todas sus amigas han emigrado”, dijo. El taxista del miércoles, de unos cincuenta años de edad, manifestó sentirse satisfecho. “Gano 150 dólares al día”, declaró. “Como carne roja, llevo langosta a la casa y tengo una cabaña para arrendar en Varadero. Soy de clase media”, aseveró. “Son pocos los que viven como yo”, confesó. Dijo que su trabajo le ha permitido conseguir otro taxi para su hijo mayor que es profesional. En la tarde, un café con amigos en el Vedado, barrio tradicional de La Habana. Las mansiones suntuosas construidas durante el boom del azúcar en Cuba en la primera mitad del siglo XX, son monumentos al abandono y registran problemas de higiene. “Quiénes defienden la revolución?” “Los que la hicieron”, contesta Katiuska, empleada de un hotel. Es jueves y desde el sábado que llegué a La Habana no he tenido información de lo que pasa afuera ni dentro de Cuba. La antena que prometió instalar el arrendador del apartamento para tener la señal Wifi del hotel vecino no funcionó. El televisor solo sintoniza tres canales locales, con pocas noticias internacionales. En la noche pasan en repetición los juegos de fútbol de las ligas europeas, especialmente del Real Madrid y Barcelona. La afición por el fútbol desplazó a la del béisbol. Messi y Cristiano Ronaldo son los grandes ídolos. Una joven comentó que es fanática del Madrid pero no sabe de fútbol. “Me gusta Rolando”, afirmó. El único periódico que circula es Granma, órgano oficial del comité central del partido comunista de Cuba. Los cinco titulares de primera página del miércoles 17 de febrero fueron: “Recibió Raúl al Vicepresidente de Uruguay”, “El espíritu de la literatura en La Cabaña”, “Por una Universidad acorde con su tiempo”, “Restauran el Museo Girón, en Matanzas”, “Cuba-EE.UU. Firman memorando de entendimiento para el establecimiento de vuelos regulares”. “¿Tienes familia en Miami?”, pregunté el viernes al taxista. “Sí”, dijo con tristeza, “pero se tomó la Coca Cola del olvido. Yo soy el que cuida a mi mamá”. Periodista de Radio Caracol 1260AM, autor de El Marco Polo de Lorica. enriquecordobar@gmail.com Read more here: http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/opinion-sobre-cuba/article65514752.html#storylink=cpy