viernes, 5 de agosto de 2011

Sinagogas, playas y compras en Curazao.

Nuestra América: Sinagogas, playas y compras en Curazao.



ENRIQUE CÓRDOBA

ESPECIAL/EL NUEVO HERALD

Estoy en el puerto de Willemstad, la capital de Curazao, recostado en un cañon de hierro del siglo XVIII viendo pasar a unas turistas buscando el lugar de las compras. “No de más vueltas, en Otrabanda son las compras baratas”, le aconseja una nativa.
Los perfumes, licores y diamantes de esta isla de 444 kilómetros cuadrados atraen a muchos turistas. Sin embargo, en Curazao también se puede disfrutar de un mar de verdes y azules, exquisita cocina, experimentar la cultura holandesa en las Antillas, ir de pesca, conversar con los curanderos, visitar el jardín botánico y recorrer el refugio de Bolivar en 1812.
Esta isla pasó del dominio español al holandés, en 1634 con la llegada de una flota naviera que conquistó este territorio. Allí venía Samuel Cohen, intérprete y primer judío en poner pié en Curazao. Luego arribaron de Amsterdam dos contingentes de judíos. Primero fueron doce familias hebreas y luego 70 colonizadores quienes trabajaron la tierra, abrieron tiendas, fundaron un barrio judío “jodenkwatier” y crearon el primer campo santo “Bet Halm” y la primera sinagoga de América.
A los turistas que entran a esta sinagoga construida en 1674 en la zona de Punda, al estilo de Grote, en Amsterdam, les llama la atención su historia y el piso en arena blanca que simboliza la travesía por el desierto de Egipto hacia la tierra prometida. El portal es de cerámica española, su interior es de caoba de aquellos siglos y los cuatro bellos candelabros son de cobre. A pocos pasos un museo judío levantado donde vivió el rabino. Dos sillas de Elías, del siglo XVII, un rollo de tora del 1492 y decenas de libros, documentos, artículos y recuerdos familiares.
En Curazao se conserva no solo el primer cementerio judío de América, sino la tumba más remota y corresponde a Rivka Spinoza fallecida el 25 de enero de 1695, hermana paterna del famoso filósofo neerlandés Baruj Spinoza, uno de los tres grandes racionalistas junto con el francés Descartes y el alemán Leibniz.
Este campo santo esta rodeado de viejas edificaciones y tiene más de 2,500 tumbas identificadas y marcadas con leyendas en varios idiomas.
Muebles, documentos, fotografías, bandera y trajes usados por el Libertador Simón Bolivar durante sus meses de refugio en esta isla en 1812, se conservan para vista del público en el Octagón, un edificio en la zona de Punda. La hospitalidad se la brindó el rico e influyente abogado curazoleño Mordechay Ricardo quien ayudó a Bolivar con dinero y lanchas para seguir hacia Cartagena en su afán libertario.
Curazao con solo 150,000 habitantes, está poblado por gentes de más de 50 nacionalidades que hablan holandés, inglés y español, además del papiamento, un dialecto tropical mitad portugués mitad español.
Hay que darse una escapada a la capital y pasar por el puerto, entrar al mercado publico para hablar con las gentes y saborear la comida que le sirven a los locales. Allí cerca se reunen vendedoras de pinturas al óleo de gran colorido que ofrecen las canvas de artistas isleños, mientras alimentan a sus infantes sentadas en la banca de una esquina.
Los amantes de los deportes de mar se dan banquete en las ensenadas y el mar de Curazao.•


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Brasilia, ciudad futurista de curvas libres

ENRIQUE CORDOBA

ESPECIAL/EL NUEVO HERALD

Un enorme lago artificial llamado Paranoá, rodeado de conjuntos residenciales simétricos y grandes extensiones de bosques y tierra rojiza. Fue lo primero que divisé desde el avión, al aterrizar en el aeropuerto de Brasilia. Viajé en uno de los tres vuelos de American Airlines semanales- sin escala- que salen desde Miami a la capital brasileña.
Desde que el turista pone pie en Brasilia desea salir a explorar la “Ciudad de la Esperanza”, como la bautizó el escritor francés André Malraux.
Aquí se reunen los tres poderes: la Presidencia de la República, en el Palacio de Planalto. La Cámara de Diputados y el Senado, en el Congreso Nacional en un conjunto de dos torres de oficinas y dos gigantescas cúpulas invertidas. Son la expresión de “simplicidad y modernidad” de Oscar Niemeyer el arquitecto brasilero que diseñó la mayoría de los edificios importantes de la nueva capital. Y, en tercer lugar, el Supremo Tribunal Federal que funciona en un edificio cuyas líneas aparentan una caja de cristal empotrada con columnas de vértice en la base.
La historia de Brasilia, la capital donde hoy se toman las decisiones de Brasil, es relativamente muy reciente. Hace solo cinco décadas era una selva que se transformó en el teatro de una aventura muy controvertida dentro y fuera de este país suramericano. Desde un principio se vio como un desafío para el hombre del siglo XX. 60,000 trabajadores o “candangos”, descuajaron la selva y en 1,000 días construyeron la ciudad que inventó el urbanista Lucio Costa.
“Brasilia es la materialización de la profecía que tuvo Don Bosco, fundador de la orden de los salesianos” afirman sus seguidores. “El describió el lugar donde se construiría una capital de América del Sur, sin haber estado jamás en este continente”. Don Bosco es el patrono de Brasilia, una ciudad “sumamente energética”, aseguran.
“No nací en una ciudad”, dijo Billy Deeter el guía de turismo que nos mostró la ciudad. “La ciudad y yo crecimos juntos”, sostiene Billy Deeter. Nacido en California, llegó aquí de año y medio de edad, con su padre que vino a buscar trabajo.
“Recuerdo el movimiento de tierras donde yo jugaba”, comenta. “Todo esto estaba lleno de maquinaria”. “De los 50 años de Brasilia, yo he estado aquí 45”, enfatiza Deeter quien además de inglés, habla perfecto portugués, italiano y español.
La metrópoli levantada en el corazón de la geografía del Brasil tiene dos y medio millones de habitantes, que expresan su tranquilidad de vivir en una ciudad caracterizada por la seguridad, ambiente cosmopolita y clima tropical de sabana.
Brasilia cuenta con más de 90 embajadas acreditadas, circunstancia que contribuye a darle un aire internacional. “No es extraño ver en las calles, restaurantes y centros comerciales a gentes de Asia o Africa, escuchar idiomas europeos o disfrutar de la mas variada cocina”, comentó Humberto Becerra, becario colombiano de paso por la ciudad.
Brasilia llama la atención por lo faraónica, geométrica y organizada. También por lo amplia y espaciosa, y su forma semejante a un avión. El cuerpo principal del “avión” está formado por dos avenidas de ocho carriles de ancho donde se encuentran los edificios de gobierno. “Es un concepto parecido al National Mall en Washington”, opina la agente de viajes de Goiania, Rossana Kratz.
En lo que representa la cabina de mando se levanta una de las mayores atracciones turísticas: la Plaza de los Tres Poderes: ejecutivo, judicial y el legislativo.
A partir de estos edificios, sobre las avenidas se encuentran, a ambos lados del eje principal, los ministerios, que son una seria de edificios emblemáticos. El primero alberga el Ministerio de Relaciones Exteriores conocido como Palacio “Itamaraty”, cuna de una prestigiosa escuela de diplomáticos. Allí se define la política internacional que hoy tiene al Brasil como potencia líder de América Latina.
Enfrente se ubica el Ministerio de Justicia y enseguida los demás ministerios. Como muchas obras de Brasilia estas construcciones representan el estilo del arquitecto Oscar Niemeyer de 103 años y residente en Río. De Niemeyer se dice que no le atrae el ángulo recto, ni la línea recta sino “la curva libre y sensual, la curva que encuentro en las montañas de mi país, en las olas, en el cuerpo de la mujer preferida”.
Como la ciudad es el resultado de un proyecto urbanístico todo está minuciosamente determinado sobre grandes espacios, por lo que se requiere de transporte para ir de un lugar a otro. Brasilia se divide en sectores residenciales, hoteles, campos deportivos, clubes sociales y áreas para las embajadas.
Salvador, en la provincia de Bahía fue la primera capital del Brasil en 1549, y en 1763 la capital pasó a la bulliciosa Río de Janeiro. El 21 de abril de 1960 el Presidente de la República Juscelino Kubitschek inauguró la nueva metrópoli en Brasilia. Asi cumplió el sueño de los brasileros -precisada luego por el Marqués de Pombal- que desde la independencia de Portugal, en 1822 aspiraban a trasladar la capital al centro geográfico de la nación. Era una forma de ayudar a poblar esta zona del país y desde aquí poner en marcha el tren del desarrollo en armonía con la periferia. Según los historiadores el nombre Brasilia fue sugerido en 1821 por el líder independentista José Bonifacio.
El anteproyecto del arquitecto y urbanista Lucio Costa ganó el concurso de la nueva ciudad sobre la idea de dos ejes que se cruzan en ángulo recto “es decir la propia señal de la cruz”.
Lo bueno es que Brasilia no ha perdido la identidad brasileña”, me dijo Sandra Borello, oriunda de Buenos Aires, propietaria de una agencia de viajes de Nueva York. Borello busca hacer negocios con el Mundial del 2014 que se realizará en Brasil.
Visitar a Brasilia es una experiencia que recrea los sentidos con el sello cultural de la samba y la caipiriña, en un entorno cálido de progreso, amabilidad y organización.•


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