martes, 30 de julio de 2013

En Bogotá las noches no se acaban

ENRIQUE CÓRDOBA.- ESPECIAL/EL NUEVO HERALD.- Tres horas y diez minutos separan el vuelo entre Miami y Bogotá, la capital colombiana. Su carácter de ciudad fría fundada entre montañas andinas, a 2,640 mts. de altura ha cambiado. Dejó de ser un pueblo dominado por una sociedad pacata, para convertirse en una metrópoli de 25 grados centígrados de temperatura en el día, y ocho millones de habitantes, donde la gente acude a las cervecerías casi todas las noches y las discotecas funcionan hasta la salida del sol. “Bogotá es divino, pero no se engañe quien crea que es solo rumba”, asegura Fenelón Giménez, venezolano radicado aquí hace tres años, dedicado a las inversiones petroleras. “En Bogotá se trabaja de ocho de la mañana a ocho de la noche con gran intensidad”, expresó. De la oficina se pasa al restaurante, luego se pasa a unas copas y se está puntual en la oficina a las ocho de la mañana”. La nueva y moderna terminal aérea es lo primero que llama la atención del viajero. Algunos coinciden en decir que el diseño es muy parecido al aeropuerto de Miami. “Los felicito, tienen uno de los mejores aeropuertos de América Latina”, comentó a su llegada de Lisboa, el empresario Manuel Pereira. La transformación de Bogotá en los últimos años salta a la vista: más rascacielos de oficinas y apartamentos y más hoteles con el sello de las grandes cadenas internacionales y una amplia red de restaurantes con variedad gastronómica. El ajiaco y el cocido santafereño, la sobrebarriga en salsa, las longanizas, morcillas, sancocho de gallina o carnes a la brasa, se pueden encontrar en restaurantes de primera línea en el barrio La Candelaria, patrimonio arquitectónico y colonial, en la Zona T, en la zona G, en el Centro 93 o en Usaquén. Una cita para almorzar o comer en Bogotá el fin de semana es una oportunidad para pasear por encantadores pueblos de la periferia de Bogotá: Chía, Cota, Funza, Sopó, La Calera o Zipaquirá. “Son lugares con maravillosos desarrollos de conjuntos residenciales para vivir en contacto con la naturaleza”, dijo Tulio Pizarro, editor de Passport Magazine y residente en Cajicá. Restaurantes preferidos por los taxistas: Punto 69, Caldo Parado, La playita y El paisa, Asadero Carne Brava y Doña Marlén. El metro cuadrado de la finca raíz en el sector El Retiro y La Cabrera, de Bogotá es uno de los más costosos, después del centro histórico de Cartagena y se cotiza en $3,420, según la revista Semana. Venezolanos, españoles, ecuatorianos, chinos y coreanos encabezan la lista de los inmigrantes decididos a quedarse en el país. “Siete de cada tres pacientes que atendí hoy, son venezolanos” comentó la médica Angela Causíl Durán. La nutrida inmigración de técnicos venezolanos ha sido determinante en los casi dos millones de barriles diarios que Colombia explota actualmente. El caos en el tránsito es el lunar de su modernidad y la tarea pendiente para que Bogotá sea una capital de cinco estrellas.• Read more here: http://www.elnuevoherald.com/2013/07/27/1529174/en-bogota-las-noches-no-se-acaban.html#storylink=cpy

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