domingo, 8 de agosto de 2010

El costo de la ciudad

ENRIQUE CORDOBA: El costo de la ciudad
BY ENRIQUE CORDOBA

Hace poco estaba en un apartamento en Roma, con motivo de la despedida al pintor Felipe Arango y su esposa, María Elisa Pinzón, quien decidió retirarse de la FAO para regresar a Colombia. Cada día de los 17 años que vivieron en la capital italiana, Felipe le hizo saber a su mujer que no estaba conforme fuera de su patria y que extrañaba a Bogotá. Siempre han vivido en la vía Marmorata, frente a la colina del Aventino en el barrio Testaccio, donde en los años 30 el equipo de la Roma tuvo su mítico campo de fútbol. Ha leído tantos libros acerca de la historia de la ciudad, que Felipe terminó por convertirse en un gran conocedor de la vida de los romanos, pero inconforme en ese museo urbano.
La despedida tuvo lugar en el segundo piso de un edificio en la Piazza Tuscolo. El apartamento es espacioso: tres cuartos, un comedor grande, cocina de las que hacen suspirar a las señoras y una sala amplia por donde entra la luz a través de cuatro enormes ventanas. Por la ventana interior de la escalera se divisa un jardín en lo que sería el patio, de un cuarto de acre. Alrededor están las entradas a los apartamentos del condominio de siete pisos.
El dueño de este apartamento es un médico colombiano de origen libanés, quien llegó a Italia procedente de Cartagena de Indias.
Hoy, 30 años después, acompañado de su esposa italiana, quien se asimiló a la cultura colombiana con tal naturalidad que puede pasar por caribeña, y una hija, disfruta de los beneficios del sistema europeo. Si le tocan el tema, el médico saca la cara por Mussolini y Berlusconi, de quienes es un furibundo defensor.
--El desarrollo de Roma en los últimos cien años se le debe a Mussolini --sostiene--. Después de él, aquí no se ha construido nada importante.
Tiene el mejor concepto de Berlusconi, de quien dice que siendo un empresario debió entrar obligado a la actividad política para defender sus empresas y crear empleos. ``Berlusconi nos acaba de eliminar el pago de impuestos a la propiedad'', asegura.
Se me ocurrió preguntar el valor de los impuestos del apartamento de 2,500 pies cuadrados.
--Pago mil euros de impuesto por este apartamento-- respondió.
--¿Y cuanto de administración?
--Ochenta euros.
Como los lectores saben, porque les golpea los bolsillos, en Miami --por ejemplo-- el propietario de un apartamento de 1,200 pies cuadrados, en un edificio construido hace 20 años, en la zona de Brickell, paga cuatro mil dólares aproximadamente. A esta cantidad se añaden 700 dólares de administración y tenemos una suma escandalosa de más de mil dólares mensuales y no hemos incluido el pago de la propiedad. Con sobrada razón, muchos inversionistas europeos, cuando se informan del elevado costo de los impuestos en Miami, cancelan los planes.
En Madrid también tuve otra gran sorpresa. Una amiga, escritora muy leída, no paga impuestos, porque su aparta-estudio no clasifica como vivienda. Y está ubicado a 50 pasos de la Plaza de Oriente, a metros del palacio del Rey. No hablemos del costo de los productos alimenticios, porque en todos estos países se adquiere el doble con lo que aquí se gasta en el supermercado. Respecto a educación y seguros médicos, la diferencia es del cielo a la tierra: son obligación del Estado, sin distinción de clases y para toda la población, sin excepción.
La solución no es irse a vivir a Europa, como pensarán irónicamente algunos. Debemos elegir políticos competentes que le devuelvan calidad de vida a la población. El estilo de vida americano fue un emblema en el mundo del buen vivir. Hoy este confort ha sido pulverizado por los alcaldes y comisionados, quienes no tienen más soluciones fiscales que aumentar los impuestos cada vez que requieren presupuestos para despilfarrar en burocracia y gastos que terminan cuestionados.
Vivir en Miami es cada día más costoso. Miles de jubilados están perdiendo sus propiedades porque la gente no tiene más.
Señores alcaldes y comisionados de la ciudad y del Condado: tengan sensatez. Actúen con responsabilidad que de sus decisiones dependen miles de familias y el futuro de muchos.

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