domingo, 27 de septiembre de 2009

El rey que acabó con el harén

El rey que acabó con el harén
By ENRIQUE CORDOBA
Tánger -- Dejé las maletas en el hotel y salí a caminar. Miami cede terreno frente al sol quemante del verano africano. Encontré puesto en la terraza del café de Paris de la Avenida Mohamed VI, diagonal a la casona del consulado de Francia.
Pido un café y hago como la demás gente que está a mi lado. Son grupos de dos, tres y cuatro hombres con sus chilabas, leyendo periódicos, conversando y viendo pasar a la gente. Son ríos de familias en diversos sectores de la ciudad, en un ambiente sano y festivo. Se acuestan a la madrugada en el verano, me dice un camarero.
Los tangerinos están felices con los cambios que se están viendo. Nuevas obras, autopistas e inversiones en Tánger y el norte de Marruecos, en la primera década de la llegada al trono de Mohamed VI.
Subió al poder en julio de 1999, a la muerte de su padre Hassan II, y salió de su palacio en la carretera de Meknes, dispuesto a doblar la página de largos años de oscurantismo y con planes de democratización.
El nuevo rey acabó con el harén y tiene una sola esposa.
--No veo muchas mujeres en los cafés, está prohibido --le interrogo a la periodista Ferdaous Emorotene.
--Las mujeres sí podemos ir a los cafés --replica--. Ve a Café Kandinsky.
Efectivamente entré allí y me sentí en un bar-restaurante de Miami Beach, moderno y lleno de juventud. Sin embargo, a pesar del estatuto --como me insistieron-- que impulsa los derechos de la mujer, falta mucho.
Tánger es una ciudad llena de historias, que cambia y crece. Conserva el sabor y la huella de España y Francia. Escogida como residencia por pintores, Roberto Matta, y escritores, Paul Bowles, de Nueva York, entre docenas de artistas y empresarios.
--En esta vía no tome fotos --me exigió Abdul el taxista.
Ibamos rumbo a las Columnas de Hércules y transitábamos por Monte Viejo, un sector exclusivo de palacetes de monarcas y mangnates, a ambos lados de la carretera. ``Esta es la casa de verano del rey de Arabia Saudita, esta otra es de un príncipe de Kuwait, aquella del dueño de una compañía automovilística italiana, etc''.
Al final desembocamos en Le Mirage, un hotel de ensueño, con vista al Mediterráneo y al Atlántico, donde acababa de estar el presidente Nicolas Sarkozy.
Las playas están llenas de veraneantes, turistas y marroquíes locales y los que han venido a pasar las vacaciones en su país. Caravanas de autos han recorrido Alemania, Francia y España, donde han emigrado miles a mejorar sus condiciones de vida.
Según me cuentan, el rey Hassan II nunca visitó Tánger, porque le tenía pánico. Creía que lo querían asesinar. Por esa razón no ayudó al desarrollo de la región.
Antes de ir a la medina, entro a un restaurante de la Rue La Liberté y me sirven el cuscus más delicioso que he saboreado.
--Yo atendí en dos ocasiones al abuelo del rey actual --aseguró el camarero, un hombre veterano en su oficio. Prendí mi grabadora, me respondió a varias preguntas sobre la vida cotidiana y al final dijo desenvuelto y con voz fuerte: Viva el Rey, nuestro Rey, y le guiñó el ojo a una mujer que estaba cerca. Por la noche en la televisión salió el anuncio del acercamienrto de las delegaciones del gobierno de Rabat y del Frente Polisario, para seguir conversando sobre el Sahara Occidental.
Mohamed VI nos acompaña. Su fotografia enorme se encuentra en las calles, los parques, los edificios, y a la entrada de los pueblos en las carreteras.
Una calle, una medina o un café pueden servir de ventana para sacar nuestra curiosidad y tomarle el pulso a otra cultura.

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