domingo, 30 de noviembre de 2008

Mi América Latina

Mi América Latina
ENRIQUE CORDOBA
El ataque salvaje del grupo terrorista en Mumbai, India, esta semana, con casi doscientos muertos y cerca de cuatrocientos heridos, amplía el mapa de las acciones del nuevo enemigo del siglo XXI.
El desafio comenzó con las Torres Gemelas de Nueva York, en septiembre 11, pasó a Europa y ahora hace escala en Asia. La gran pregunta es saber cómo, cuándo y dónde golpeará el enemigo en América Latina.
No hay duda que el propósito de estos fanáticos es causar muerte y destrucción, y sembrar el caos y el pánico para afectar la economía y la paz de los pueblos. No se puede esperar nada sensato de sus mentes endiabladas.
Desafortunadamente el patio de América Latina, hoy más que nunca está desprotegido y es vulnerable, debido a lo fracturada que se presenta la inteligencia y unidad de sus gobiernos.
No se necesita obtener un título en la escuela de gobierno de Harvard para saber por qué razón siguen vigentes la pobreza y los males de América Latina. En lugar de invertir los recursos en educación, salud, vivienda y servicios que beneficien a la población, los gobernantes han favorecido los intereses de ellos y sus aliados. Estos hombres y mujeres, que se hacen llamar servidores de la patria, que se jubilan con sumas vergonzosas, se creen con derechos adquiridos por sus familias, quienes no saben lo que es estar desempleado, ni jamás han cargado una maleta, son los responsables de la tragedia de América Latina.
Unos sectores de la sociedad trabajan, crean empleo, tributan, producen riqueza y en el camino aparecen los políticos, que en nombre de la democracia, desvían el proceso, se embolsillan los recursos y estropean a los municipios, las regiones y a los países.
Los empresarios y comerciantes hacen enormes esfuerzos y los trabajadores entregan hasta el alma agregándole más horas a sus espaldas, para obtener mayores entradas que siguen sin alcanzar para cubrir las facturas de la sobrevivencia.
Entretanto, los gobiernos asociados con la burocracia y los legisladores se convierten en magos que hacen desaparecer los presupuestos y deciden crear comisiones de expertos a fin de que propongan modelos socioeconómicos que indiquen nuevos caminos. En otras palabras intentan que alguien señale cómo hacer desarrollo, descontando el dinero que ellos se apropian por partidas legalizadas.
Este juego costoso para los contribuyentes de las ciudades y los países ha sido maravilloso para miles de burócratas a escala local e internacional.
Conocemos expertos que van de uno a otro organismo donde ganan sueldos extraodinarios, con toda clase de prebendas y resultados que no han servido para superar la pobreza del hemisferio.
Los estudios sobre cómo va América Latina están a la orden del día y tienen el color que el cliente solicite. Los hay que demuestran con estadísticas que la región avanza con paso firme hacia el progreso. Otros son más cautelosos y dicen que continúa en su ciclo recurrente.
Yo tengo un termómetro personal que me ayuda a tener mi propia perspectiva. Hablo con jefes de estado, ministros, industriales y empresarios que luego de enumerarme índices de crecimiento y programas de desarrollo, creen en el porvenir del país.
Después converso con los taxistas --que poseen información de primera mano sobre el día a día--, charlo con gentes de la calle y voy a tertulias de café con amigos, y encuentro la otra cara de mi país y de la América Latina: desempleo, salarios de hambre, corrupción a todo nivel, inseguridad, prostitución creciente, populismo, la educación privatizada a la que pueden acceder unos cuantos, y los mejores cargos del país heredados por hijos de las familias ``favorecidas''.
Existe otra corriente que confía en el futuro de América Latina. Creo que ya pasó la hora del futuro, me gustaría ser más optimista del presente, porque mi futuro es hoy, mañana puede ser nunca.

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