domingo, 7 de septiembre de 2008

Dos joyas chilenas, separadas sólo por una calle

Nuestra América
Dos joyas chilenas, separadas sólo por una calle
ENRIQUE CORDOBA
Especial/El Nuevo Herald
Valparaíso y Viña del Mar, dos ciudades a las que sólo separa una calle, son dos destinos que siempre sueñan visitar los turistas que se desplazan hasta el austral Chile.
De Valparaíso cautiva la vista de la bahía poblada de barcos y veleros, la vida marinera de su puerto que no duerme y los ascensores que son más bien funiculares en los que la población sube hasta sus casas que parecen construidas en el aire.
En un local del puerto tuvo su despacho el poeta
nicaragüense Rubén Darío, en su época de cónsul y aquí mismo publicó Azul, en julio de 1888, su primer libro de cuentos y poemas.
Todos los años, por el mes de febrero, Viña del Mar es sede del Festival Internacional de la Canción, uno de los más importantes de Hispanoamérica y el segundo de América Latina (después de Rock in Rio, de Brasil).
El evento recibe a 15,000 personas y se realiza en la Quinta Vergara, un edificio de estilo gótico veneciano, construido en 1910 para reemplazar la casa familiar del fundador de Viña que se derrumbó en el terremoto de 1906.
Los muebles fueron adquiridos en Europa y se puede apreciar una gran variedad de estilos, siendo los más atractivos el rococó, imperio y Luis XVI. En los jardines hay especies exóticas traídas desde Asia, Australia y Estados Unidos, introducidas en el siglo XIX cuando era una finca de recreo.
Desde 1941 la propiedad pasó a ser de uso público luego de ser adquirida por el Municipio de Viña del Mar.
Una visita a Viña debe incluir la degustación de su comida que tiene ''aroma y sabor a mar''. Hay buenos restaurantes ubicados junto al mar o en los cerros donde la oferta gastronómica pasa por exquisitos platos de pescado y mariscos.
Es muy popular el caldo de congrio, una sopa a base de un pescado típico del Pacífico.
En Viña del Mar el visitante encuentra muchos jardines, áreas verdes, parques para descansar y una rica arquitectura visible en mansiones y edificios públicos y museos. Un vistazo al pasado de Valparaíso nos deja ver que fue un puerto en el que coronaron sus arriesgadas travesías centenares de viajeros españoles, ingleses y alemanes que atravesaron el Atlántico y luego tuvieron que cruzar con éxito el Cabo de Hornos.
Valparaíso es una ciudad de topografía compleja porque está construida en dos planos: un área al nivel del mar con el puerto, el sector de oficinas, la zona comercial y algunas residencias, como escenario principal, y los cerros, donde vive la mayor parte de la población.
''Son 50 cerros'', me asegura el escritor chileno Roberto Ampuero, y quien dio vida a Cayetano Brulé, un personaje de sus novelas que reside en Valparaíso.
Para llegar hasta los cerros los porteños usan los ascensores --carros montados sobre rieles y tirados por cables de acero por la ladera de los cerros--, que son un vehículo de transporte pintoresco y a su vez un atractivo para los turistas.
Una de las casas más visitadas por los turistas en Valparaíso es ''La Sebastiana'', en el cerro Florida, famosa por haber pertenecido a Pablo Neruda, el poeta y Premio Nobel de Literatura. Neruda decía que estaba construida ''en el aire'', pues desde su emplazamiento se ve toda la ciudad, ``y ese mar que Dios dejó caer frente a su ventana pues era tan grande que no tenía otro lugar donde ponerlo''.
Desde lo alto se confirma que Valparaíso tiene forma de un anfiteatro enclavado entre el mar y los cerros. La bahía está rodeada de cerros desde Playa Ancha hasta Barón. Muchos de los ascensores que visitamos toman su nombre del cerro donde se encuentran emplazados. Empezando por el extremo sur se encuentra el Cerro Playa Ancha, Santo Domingo, Toro, Cordillera, Alegre, Cárcel, Panteón, La Florida, Mariposa, Monja, La Cruz, Polanco, Larraín, Lecheros y Barón, por el norte.
Recuerda el periodista Claudio Solar el siguiente episodio que ocurrió al escritor español Eduardo Blanco Amor. Una noche de 1950, desde el hotel Miramar, se veía un panorama iluminado como si las estrellas se hubiesen puesto a dormir sobre los cerros. ''¿Y esa maravilla? ¿Qué es eso?'', preguntó a la camarera. ''Es Valparaíso'', le respondió. ''¿Y desde cuándo está allí?'' Ella dijo, simplemente: ``¡Desde siempre!''
Huellas de poetas, leyendas de marinos, buenos vinos y exquisita cocina de mar guarda Valparaíso y Viña del Mar a los turistas que las
visiten.•

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