Salta, folclor y naturaleza
BY ENRIQUE CORDOBA
ESPECIAL/EL NUEVO HERALD
Nada puede reemplazar la experiencia de ir a Salta y cruzar los Andes en el mítico Tren de las Nubes --a 4,220 metros de altitud--, recorrer los pueblos de los pintorescos Valles Calchaquíes, ir de pesca al río Bermejo, fronterizo con Bolivia, o pasar una madrugada escuchando zamba en la peña Boliche Balderrama.
Me faltaron días para visitar esta hermosa provincia del noroeste argentino que limita con Chile y Bolivia y aún conserva huellas del imperio inca. Su diversidad de paisajes, el legado del arte hispánico, la amabilidad de sus gentes y las actividades que se pueden desarrollar confirman el potencial turístico de Argentina y los infinitos recursos que posee América Latina.
Salta es la ciudad capital de la provincia del mismo nombre, tiene 500,000 habitantes y está ubicada a 1,600 kilómetros de Buenos Aires.
Sus calles, iglesias y casonas guardan el estilo colonial y en el museo antropológico se conservan momias de cinco siglos. Se trata de los ``niños del Llullaillaco'', ofrendados por los incas en huacas, y encontrados a 6,730 metros de altura en la cumbre de un volcán.
La catedral, las iglesias, el monumento del general Güemes y el mercado artesanal merecen una visita.
``No dejes de probar las empanadas salteñas'', aconsejan a quien viaja a esta capital, y no hay duda de que son para chuparse los dedos. Al llegar a la ciudad me dieron un mapa con ``el corredor de las empanadas'', donde están marcados los mejores lugares para comerlas. Fue en Bolivia que nació la fama de las ``salteñas''. La escritora argentina Juana Manuela Gorriti huyó al país vecino y para sobrevivir elaboró empanadas que luego se hicieron populares. Hoy en Salta realizan concursos de empanadas, basados en técnicas y recetas, y son un orgullo regional. ``Cómelas con las piernas abiertas'', recomiendan, ``porque son muy jugosas y te chorreás''.
Salta está localizada en el Valle de Lerma, desde donde se abre un horizonte montañoso que ha sido aprovechado para caminatas, cabalgatas, paseos en bicicleta, excursiones en ``cuatrimotos'' y safaris fotográficos. Los salteños tienen un estilo de vida muy tranquilo. Viven sin premuras, trabajan lo necesario, hacen una siesta rigurosa después del mediodía y en la noche se juntan en cafés, casinos y discotecas. Salta es famosa como cuna del folclor y la música, y por conservar sus tradiciones y
costumbres.
Los Chalchaleros y Los Nocheros se convirtieron en los máximos representantes de la zamba, cuecas, bailecitos y chacareras. ``El que no conoce Balderrama: no conoce Salta'', dice la canción popular. Ese es el boliche de la calle San Martín y el Canal del Esteco, que desde 1,954 se transformó en ``el templo del folclor argentino''. Recitó su propietario: ``Aquí nacieron zambas y entuertos, amoríos y poemas. El sol encegueció trasnochados y bohemios, mientras poetas pedían el almanaque para reconocer la fecha que se levantaban de la mesa''.
En la vuelta a los Valles Calchaquíes --ruta 68-- se aprecia una región de pueblos levantados con casas de adobe y paja. Es un camino de quebradas y cerros rocosos por donde ha pasado el viento y el sol. Las poblaciones son: Molino, Cachi, San Carlos y Cafayate, la principal, cuyo microclima es único.
Si es amigo de la aventura y resiste altitudes extremas escale hasta San Antonio de los Cobres. Desde un ferrocarril de trocha angosta llamado el Tren de las Nubes, cruce los Andes y aprecie un paisaje inolvidable. En Salta se produce el vino torrontés y el gaucho sigue en el campo. •
domingo, 8 de agosto de 2010
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