lunes, 9 de septiembre de 2013
Galápagos: islas del más allá
ENRIQUE CÓRDOBA.-
ESPECIAL/EL NUEVO HERALD.-
Este es un viaje a uno de los lugares más agrestes que se puedan visitar en el Océano Pacífico. Cuando las iguanas marinas se deslizan por la arena o las tortugas caminan en el bosque, es como un encuentro con la prehistoria.
Las islas Galápagos son algo inesperado. Refugio de piratas y balleneros. A 1,000 kilómetros del litoral ecuatoriano fueron también el escondite de parejas de enamorados fugados de Europa, cuyas historias aún son leyendas de amor. Hay escasez de agua. El paisaje es precioso, árido y desértico. Se encuentran helechos, musgo y orquídeas en la parte alta. No es una isla de playa, el litoral es rocoso y de oleaje fuerte. El mar es frío, excepto si se bucea por las cavernas.
Son 13 islas grandes, cinco medianas y 275 islotes. Descubiertas por el obispo de Panamá, Tomás de Berlanga, en 1535 al ser arrastrado por una corriente desde las costas de Colombia. Las islas son de origen volcánico, famosas por las especies que tiene y por los estudios sobre su evolución que allí realizó en 1835, el naturalista inglés Charles Darwin.
Población: 70,000 habitantes y la mayoría vive en las islas de San Cristóbal, Santa Cruz e Isabela.
Los aviones salen de Quito y Guayaquil y aterrizan en el aeropuerto de Baltra, sobre una pista construida por los norteamericanos durante la II Guerra Mundial.
El clima es caluroso. La comida es deliciosa, a base de pescados.
Es un sitio para admirar las focas, pinguinos, ballenas y tiburones. “Aquí hay mucho pescado para comer, por eso los tiburones no son agresivos”, dicen los nativos. También hay cangrejos, patos, alcatraces y diversidad de aves. Lo emblemático son las iguanas y los galápagos, tortugas gigantes que viven hasta 80 años. Para verlas hay que subir a la parte verde en el área montañosa de la isla. Comen hierva y son inofensivas. No es un animal costero y hay diversas especies en las diferentes islas.
“Los ojos de la tortuga gigante se clavan en usted por largo tiempo, como queriendo escudriñar su mente y sus intenciones”, escribió Octavio Latorre, en su libro “La maldición de la tortuga”. Plantea una hipótesis según la cual todo intento de explotación que sacrifique la ecología de las islas termina en fracaso o muerte.
La vida es muy natural. Es usual ver a los muchachos salir del colegio y al pasar por la Laguna de las Ninfas, en Puerto Ayora, dejan sus mochilas con sus libros en un lado y se lanzan al agua con jeans. Juegan felices entre ellos, mientras las niñas los miran desde la orilla.
En Puerto Ayora organizan paseos de a caballo o en bicicleta, buceos y avistamiento de aves. Se puede viajar con Costamar 1-800-913-9009.
“La mejor época para visitar las islas es entre diciembre y marzo, cuando el mar no está movido y no hay lluvias”, recomienda el explorador norteamericano José Oliva, autor de CDs musicales y documentales de Alcione www.alcione.com. •
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