Desiertos exóticos y atardeceres en la Guajira
BY ENRIQUE CORDOBA
ESPECIAL/EL NUEVO HERALD
Un viaje por la costa norte colombiana es una de las aventuras que nunca se olvidan. El recorrido debe realizarse por carretera y puede ser de tres días o una semana, si no se dispone de más tiempo.
La experiencia cultural abarca playas, el carnaval de Barranquilla y un encuentro con el Macondo que describe Gabriel García Márquez en Cien años de soledad. También incluye la magia de Cartagena de Indias, el folclor que interpreta Carlos Vives y turismo rural en fincas del departamento de Córdoba, a la orilla del río Sinú, donde se puede ir de vaquerías.
Los pobladores de la costa atlántica de Colombia son gente sencilla, sana y alegre. Conservan sus costumbres ligadas al desarrollo de la imaginación, la tradición oral y la vida junto al mar.
Etnica y culturalmente, sus manifestaciones artísticas, religiosas, lingüísticas, musicales, intelectuales y gastronómicas son producto del mestizaje del indígena, el español, el negro africano y el árabe que emigró de Líbano y Siria, en el siglo XX.
La Guajira es uno de esos sitios para visitar. Es un departamento --el más septentrional de Colombia y de Sudamérica-- limítrofe con el Golfo de Venezuela.
Entre sus bellezas exóticas tiene desiertos, cielos de noches con estrellas, la fiesta de la sal, indígenas bilingües, atardeceres románticos, una mezquita y festivales de compositores.
Su población es de 700,000 habitantes y se extiende sobre una península desértica de 20,848 kilómetros cuadrados, equivalente al tamaño de El Salvador o Eslovenia.
El lugar alberga la mina de carbón a campo abierto más grande del mundo y posee una esquina geográfica: el Cabo de la Vela, considerado uno de los sitios más hermosos de Colombia. Los turistas viajan hasta allí y se alojan en cabañas con techo de palma. La comida es a base de langosta, pargo y mariscos. El mar es de un azul intenso y las playas son aún vírgenes, por donde se puede caminar horas y horas. La puesta del sol es de ensueño, por los colores y contrastes de la naturaleza. Desde Riohacha, la capital, se puede viajar en transporte particular o en ómnibus.
Puerto Estrella debe su nombre a las maravillosas noches con miles de estrellas en el cielo. En las rancherías viven las tribus de los wayúu, que representan el 40 por ciento de la población de la Guajira. Hablan castellano además de su lengua propia, el wayuunaiki. Tejen hamacas, sombreros, mochilas y gorros y comparten su vida diaria con el visitante. La Serranía de la Macuira, en la alta Guajira, son montañas de gran belleza y rica biodiversidad, rodeadas por un
desierto de vistas
espectaculares.
Para llegar a este sitio hay que viajar siete horas, en un vehículo de doble tracción, y se aconseja ir con un guía de la zona que conozca el desierto para no perderse.
Se sale de Riohacha, rumbo a Maicao y se sigue hasta Nazareth, por caminos de trochas. Maicao es uno de los principales centros de intercambio comercial de Sudamérica, por la alta inmigración sirio libanesa de la ciudad. En Maicao se levantó la mezquita más grande de Colombia, circulan periódicos en árabe en la calle y se escuchan emisoras del Medio Oriente, en las tiendas.
Manaure es un municipio a 63 kilómetros de Riohacha, famoso por la explotación de sal marina. La cocina de los guajiros se identifica con la tortuga frita, chivo asado y arroz con tortuga. Son fiesteros, consumidores de whisky y amantes de la música vallenata, que se interpreta con acordeón. •
lunes, 23 de agosto de 2010
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