viernes, 23 de mayo de 2014
El viajero de Lorica por Olga Connor
OLGA CONNOR: El Carnaval de Barranquilla y el viajero de Lorica
El Nuevo Herald.-
OLGA CONNOR.-
‘EL MARCO POLO DE LORICA’
El Marco Polo de Lorica, 50 años de crónicas y una vida de novela es el libro en el que Enrique Córdoba nos cuenta su vida y sus viajes, o al revés, su intenso viaje por la vida. Le tengo una admiración inmensa, porque a pesar de que es incansable lector y escritor, es también arriesgado viajero que se recorre los parajes más remotos de este planeta. Creo que si hubiera viajes fáciles a la Luna y a otras galaxias, para allá se embarcaba. ¿Y no habrá ido al fondo del mar?, bueno, quizás, porque dijo que Lorica es un pueblo acuático y que en el mar se sentía como pez en el agua.
Este libro tan delicioso, que se presentó también en la librería Books & Books, de Coral Gables, es una prueba de que al decidirse Córdoba venir a Miami, se trajo a Colombia con él y a todo el universo que representa con tanta soltura y simpatía. Escucharlo por Radio Caracol, donde trasmite pura cultura desde que se fundó, o verlo por televisión, es una gran enseñanza, como apunta el escritor colombiano Armando Caicedo en el prólogo. Además, es un gran fabulador, pero de cosas reales. Así, nos encantó en la presentación, porque nos dijo cada cuento de su vida que demostró que no escribió una novela, sino que la vivió.
Desde chiquito comenzó a tomar notas de todo lo que veía en el camino, y confesó que a estas alturas de su vida “no se podía echar mentiras”, y que tenía más errores que aciertos, pero esto no se lo creemos. Sabemos que sus aciertos superan a los supuestos errores. El se bautizó Marco Polo en el título, porque descubrió de joven que este había viajado al Oriente al fin del siglo XIII, y a los 14 años, Córdoba se decidió a dejar Lorica –que siempre lleva en el pensamiento–, y se trasladó luego a Villavicencio. El escritor y embajador Roberto Ampuero ha dicho que Córdoba observa la vida desde el punto de vista de un beduino, “que convierte al lector en un amigo y cómplice de su desplazamiento”. Así lo creo.•
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sábado, 17 de mayo de 2014
Cesar, provincia de poetas y del realismo mágico
ENRIQUE CÓRDOBA.-
ESPECIAL/EL NUEVO HERALD.-
Quien visita el Cesar queda seducido por un lugar de pueblos mágicos rodeado de serranías, cañaguates, juglares y músicos. Cualquiera canta, compone, versea e improvisa a cualquier hora del día o de la noche. Yo vi cantar a hombres y mujeres, sin importar que fuera empresario, estudiante o taxista o si era lunes o domingo.
Ubicado en el noroeste de Colombia, Cesar es un departamento de un millón de habitantes, que ostenta el récord de poseer la mayor concentración mundial de poetas, acordeones y acordeoneros. Valledupar, la capital, es la meca del vallenato, la música colombiana más difundida dentro y fuera del país. La poesía de la música vallenata adquiere vida y se puede tocar cuando se recorre la geografía del Cesar. “Patillal es como una melodía, que al oirla nos provoca cantar”, entonó María Elisa Ayala, la guía de Paseovallenatotour.com al llegar al poblado romántico, donde nació Rafael Escalona el más popular de los compositores vallenatos.
Carrizal de La Junta es la cuna del gran fenómeno artístico: Diomedes Díaz, cantautor fallecido inesperadamente en diciembre del 2013. “La Ruta de Diomedes es un homenaje a este mito de la música vallenata”, expresó el vallenatólogo Luis Mendoza Sierra, autor de El silencio del coloso.
Cuando vi el río Badillo, el cauce de La Mina y el río Manaure descubrí la fuente que inspiró a García Márquez para escribir al inicio de Cien años de Soledad: “…un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos”.
El Cesar posee el privilegio de tener dos entradas a la Sierra Nevada de Santa Marta: Atanquez y Pueblo Bello. Habitan indígenas kankuamos, wiwas y arhuacos y su capital ritual es Nabusímaque. “Llevo medio día de camino”, respondió Baltazar Daza, de la étnia wiwa a quien encontramos trasegando por el camino.
Omaira Pedraza propietaria de Café Don Valle nos llevó a Manaure, a media hora de Valledupar. Agradable clima fresco y vegetación de la Serranía de Perijá. “Al pasar la montaña a 20 kilómetros está Machiques, Venezuela”, dijo Rodrigo Gómez dueño de las cabañas. Llegó hace 26 años, se enamoró del paisaje y se quedó a orillas del río Manaure.
Visitas imperdibles: el Museo del Vallenato organizado por Beto Murgas, la Academia de Música vallenata Andrés “El Turco Gil”, los artesanos y pintores de Calle Grande, La Casa de Bahareque, los callejones de la Purrututú y el balneario del río Guatapurí.
El turismo musical se da cita a fines de abril en el Festival vallenato, pero esta provincia ofrece eventos culturales y folclóricos, los 365 días del año, manifestó Adela Becerra de la Alianza Turistica Vallenata. Agremia un amplio sector de hoteles, restaurantes y operadores turísticos que promueven el turismo nacional e internacional con el apoyo de Cielo Gnecco de Monsalvo, primera dama del departamento, Liana Castro coordinadora de turismo, IDECESAR y la Gobernación cesarense.
Visítelo, el Cesar es como una fantasía.
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